Rafa Ciscar, Dakar en vena

Completar los 240 kilómetros del Maratón des Sables (Marruecos), concluir la Vuelta al Mundo en Vela o finalizar el Rally Dakar. ¿Qué lleva a una persona a jugarse la vida en las competiciones deportivas más duras del mundo y estar deseando repetir? La respuesta no queda muy lejos, reside en…

Rafa Ciscar, Dakar en vena

Completar los 240 kilómetros del Maratón des Sables (Marruecos), concluir la Vuelta al Mundo en Vela o finalizar el Rally Dakar. ¿Qué lleva a una persona a jugarse la vida en las competiciones deportivas más duras del mundo y estar deseando repetir? La respuesta no queda muy lejos, reside en Paiporta (Valencia) y se llama Rafa Císcar.

Rafa Císcar y su equipo con el que participó en el Dakar 2010.

Rafa Císcar y su equipo con el que participó en el Dakar 2010.

No asociamos al vecino de al lado con un deportista de élite. No pensamos que se levanta por la mañana, va a trabajar y paga sus facturas, al igual que el resto de nosotros, porque él es capaz de acometer acciones inalcanzables para la mayoría. Rafa Císcar es un ejemplo claro. Él es el encargado de una empresa de Prefabricados de hormigón en Torrent, está casado con Chelo y tiene una perra llamada Duna. Nada extraño hasta el momento salvo que participa desde hace casi una década en la competición a motor más dura del mundo, el Rally Dakar, primero a lomos de una moto y ahora en coche.

Para él regresar desde Buenos Aires (Argentina) a su ciudad natal supone simplemente empezar de nuevo, es decir, hacer números, buscar patrocinadores, liar a sus amigos para que le echen un cable o repasar el recorrido de la última edición. Nueve botellitas de cristal recuerdan, en el mueble de la entrada de su casa, su pasión por la competición. Con ésta son 8 las veces que ha participado en el Dakar, una contienda que acoge por igual a pilotos profesionales y a aficionados, siempre y cuando puedan pagar los 12.000 euros que vale tan solo la inscripción.

Argentina-Chile 2011

El recorrido del Rally Argentina Chile 2011, que se disputó entre el 1 y el 16 de enero, contó con 13 durísimas etapas. Un total de 9.000 kilómetros de rutas, pistas y dunas y con 146 automóviles, 183 motos, 68 camiones y 33 quads abriéndose paso a toda costa, luchando por alcanzar la meta del rally más duro del mundo.

Para un piloto amateur participar supone jugársela a una sola carta en muchos sentidos. No siempre pueden contar con la ayuda de las instituciones públicas, y a día de hoy a los empresarios les cuesta mucho apostar por este tipo de retos. Las cuentas suelen alcanzar los 120.000 euros, una cifra difícilmente asumible por el bolsillo de un vecino de al lado al uso, aunque lo cierto es que se las ingenia.

El equipo que voló con él hasta Argentina estuvo formado por cuatro personas, dos mecánicos, un copiloto y él mismo. Jaume es sus ojos, la compenetración que alcanzan un copiloto y el conductor es absoluta. Días enteros sin dormir bajo una presión brutal, con un calor insoportable y con el zarandeo constante de un vehículo que alcanza velocidades de vértigo. “Complicado no cabrearse” admite Rafa, las emociones están a flor de piel durante prácticamente los 16 días que dura el rally.

En cuanto suben al coche a las 5.00 de la mañana su cuerpo se activa, entran en un estado de tensión máxima de la que no se desprenden hasta que apagan el motor a las 20 horas. Entonces el piloto debe seguir un riguroso protocolo, el orden mental es necesario para poder sobrellevar los nervios acumulados durante la jornada.

Baja del coche, enciende el teléfono y llama a Chelo, su mujer. Le dice que está bien, que ha llegado al campamento y hace lo mismo con sus padres. A continuación, sin quitarse el mono todavía, se reúne con los mecánicos y da las indicaciones técnicas. Un piloto profesional comería algo en la haima instalada en el campamento, montaría la tienda, se daría una ducha y se retiraría hasta la mañana siguiente, pero él no puede hacer eso, debe echar una mano a los mecánicos. Descansar se hace prácticamente imposible.

Su perra Duna se sienta al lado de Chelo, cada noche, durante los dieciséis días que dura el rally. A Chelo le encanta, vive la competición igual que Rafa, pero a través de una pantalla se hace más difícil de sobrellevar. Es inevitable tener en mente a Pascal Terry, el piloto que perdió la vida en la edición 2009, o dejar de pensar en los innumerables accidentes que protagonizan las jornadas en el desierto, aunque todavía es más consciente de que para él el Dakar no acabará nunca porque como la fina arena del desierto de Atacama este rally se coló en las rendijas de su vida hasta roerles el motor a él y a los suyos.