El actor español que posee el récord de trabajar en más películas no recibió nunca un Goya. Fue exiliado en la Guerra Civil, cantante de mariachi, jugó al fútbol en el Alcoyano y se batió en duelo con Clint Eastwood ‘por un puñado de dólares’. Se llamaba Aldo Sambrell y murió hace poco más de un año en Alicante.
Su verdadero nombre era Alfredo Sánchez Brell. Nació en 1931 en Vallecas (Madrid) y a los pocos años tuvo que emigrar a México pues su padre era militar contrario al régimen. Allí se ganó un tiempo la vida como intérprete de segunda fila y cantante de rancheras. Estudió interpretación en Estocolmo y a su vuelta dio rienda suelta a su otra gran pasión, el fútbol. Jugó varios años en la Primera División mexicana y después se trasladó a España donde fichó por el Alcoyano y posteriormente por el Rayo Vallecano.

Aldo Sambrell enfrentándose a Burt Reynolds. Fotograma de "Navajo Joe", MGM.1966
En 1962 colgó definitivamente las botas de fútbol y debutó en el cine en la película de José María Forqué, ‘Atraco a las tres’. Se trataba de un papel de figurante pero fue suficiente para abrirle las puertas de su futuro profesional. Esta sería la primera de sus apariciones que culminarían con un ritmo de trabajo que le llevó a participar, según contaba él mismo con orgullo, en más de 300 películas. Alfredo Landa debutó en esa misma película y solo trabajó en 120 títulos a lo largo de su carrera.
El nacimiento del Spaghetti Western, fue lo que consiguió dar el espaldarazo definitivo a su carrera. Sergio Leone contó con él para casi todas sus películas y trabajó junto a Clint Eastwood en la trilogía más famosa del western europeo: ‘Por un puñado de dólares’, ‘La muerte Tenía un precio’ y ‘El bueno el feo y el malo’. En todas ellas ejercía el papel de villano, un estereotipo que le persiguió prácticamente a lo largo de toda su carrera. Casi siempre en papeles secundarios Sambrell trabajó con actores como Henry Fonda, Charles Bronson, Orson Welles, Anthony Quinn, Sean Connery o Yul Briner, entre muchos otros.
Lo primero que llama la atención sobre su vida es el hecho de que alguien con semejante currículum cinematográfico haya muerto en el más completo olvido por parte del gran público. Con motivo de la realización de un documental sobre su vida, que nunca llegó a ver la luz, tuve la oportunidad de conocerlo en 2006. Sinceramente, hasta ese momento yo tampoco había oído hablar de él y durante los dos días que le estuvimos entrevistando pude comprobar hasta qué punto la fama trata de manera desigual a unos y a otros.
Al verle, la primera impresión era la de un hombre mayor que se aferraba a las ganas de no envejecer. A sus 75 años todavía conservaba esa mirada de sospecha que le hizo ganarse el pan interpretando a forajidos de la baja California. Pero también se intuía un punto de amargura al oírle hablar que denotaba la tristeza de haberse visto abandonado, de la noche a la mañana, por un público que en su día vibraba al verle galopar.
Según contaba, él era un “trabajador del cine”. En casi todas sus películas hacía de bandido, de forajido o de asesino. Siempre eclipsado por el héroe de turno que inevitablemente acababa matándole para irse con la chica. Era un villano, sí. Pero era el villano por excelencia. Repasar su extensa filmografíaresulta, cuanto menos, curioso. Puesto que en esa época no se solía incluir en los títulos de crédito a los actores sin texto, extras y figurantes, es difícil saber con exactitud cuantas fueron. Sin embargo, en España a excepción de figuras como Francisco Rabal o José Luis López Vázquez son pocos los actores que han superado las 200 películas.
Pasaron los años. Como con todas las modas, el gusto por el cine del oeste se acabó y con ello el lugar en la pantalla para el malo de la ‘peli’. Este cambio de tendencia obligó a Sambrell a refugiarse en la auto producción, en papeles secundarios en series de televisión y a recurrir al mundo del cine de Serie-B, donde trabajó codo con codo con Jesús Franco, un icono del cine de género en España.
Poco tiempo después, delicado de salud, se retiró a vivir con su mujer a la ciudad de Alicante. Allí seguía soñando con las puestas de sol en el lejano oeste mientras desayunaba chocolate con churros en el Paseo de la Explanada. Sentado entre turistas y jubilados pasaba desapercibido y nadie reparó nunca en que a su lado, se encontraba el actor que más películas había rodado de toda España. O al menos eso le gustaba decir a él. El 10 julio de 2010, se paró su corazón y el cine perdió para siempre al último gran villano.
Comentarios