A lo largo de casi 40 años de lucha medio ambiental, Pedro Costa Morata ha visto nacer y desarrollarse al movimiento ecologista de España desde su interior. Esta semana ha estado en la Comunitat Valenciana presentando su libro con las 100 batallas más representativas de toda una vida.
Su recorrido estos días le llevó hasta Pinoso. Una parada nada casual, ya que allí aprovechó para sumarse a la protesta contra los silos de petróleo que el Gobierno pretende construir en el Monte Cabezo. Una nueva batalla que sumar a la larga carrera como ecologista de este ingeniero de telecomunicaciones natural de Águilas (Murcia), que desde 1973 fue uno de los impulsores del movimiento ecologista en nuestro país. Además es profesor universitario, licenciado en Ciencias Políticas y doctor en Sociología. Tras trabajar como ingeniero en las centrales nucleares de Zorita y Lemoiz, acabó por convencerse del peligro que supone la energía nuclear y comenzó una incesante labor divulgativa en su contra. En 1998 recibió el Premio Nacional de Medio Ambiente. Hoy en día reparte su tiempo entre la docencia, la divulgación medioambiental y la política.
-Este libro resume casi cuarenta año de historia del ecologismo en España. En este tiempo se han librado muchísimas batallas. ¿Son batallas con un final feliz?
-Suelo decir que hay más derrotas que victorias, si es que nos queremos referir a un «final feliz». El relato de mis 100 batallas contiene eso, batallas y luchas desarrolladas con independencia de la posibilidad de ganar o perder. Y la realidad es que estas luchas siempre tienen lugar contra enemigos o dificultades muy superiores por lo que no se debe lamentar que haya un balance más bien triste.
-Pero parece que la gente cada vez es más consciente de la necesidad de hacer algo para frenar el deterioro medioambiental. ¿Existe una verdadera conciencia ecológica o nos unimos para luchar únicamente cuando el problema ya nos desborda?
-En el terreno práctico y directo, no. Nada contribuye a crearla, ya que el sistema socioeconómico imperante nos somete a una ideología consumista y utópico-depredadora, dificultando la reflexión, la solidaridad y la austeridad. El inicio de los problemas suele ser la reacción frente a un problema o amenaza próximos, pero el ecologismo es universalista y así lo quiero demostrar en mi libro. Se trata de superar lo local y directo para afrontar los problemas con un enfoque y una perspectiva generales y generosas, y en eso se distingue el ecologismo español desde su origen y formación.
-En un camino tan largo seguro que han habido muchas satisfacciones y decepciones.
-La lucha nuclear me llenó de satisfacciones porque fue, además, extraordinariamente exitosa, incluso en vida del dictador Franco. La defensa del litoral, sin embargo, me ha producido mucha amargura. En todo caso, y al margen de la propia lucha, la participación y entrega en un movimiento amplio y generoso fortalece las potencias humanas más nobles, y de ahí que los fracasos hayan de relativizarse. No sabría establecer un escalafón de esas 100 batallas por orden de importancia: me han interesado todos los casos y todas las tierras de España por igual.
-En la Comunitat Valenciana tenemos varios frentes abiertos en la lucha por el medio ambiente. ¿Cuál cree que son los problemas más acuciantes de nuestra región?
-En la Comunidad Valenciana los problemas vienen desde todos los ángulos, con especial dureza en el ámbito urbanístico-turístico y en el territorial en general. Su ubicación mediterránea, su elevado nivel de desarrollo (en relación a la media nacional) y el carácter desarrollista y triunfalista de sus gobiernos autonómicos, prácticamente sin distinción, aseguran los problemas y las tensiones; no quiero dejar de lado el elevado grado de corrupción existente en la clase política en el poder, que garantiza más y más problemas y escándalos.
-Pinoso ha sido una parada obligada. No ha querido dejar de mostrar su apoyo a los vecinos que se oponen al proyecto del macro-depósito de combustible en el monte Cabezo.
-El petróleo es el problema número uno de la humanidad. Primero porque nos envenena a nosotros mismos y al planeta entero; segundo porque, en el ámbito del transporte, nos convierte en adictos y esclavos; y tercero porque constituye un sector económico fortísimo, que se impone a los gobiernos y estados. En todo caso, la opinión pública más consciente y preparada debe frenar su desarrollo en todas sus dimensiones, ya que constituye un enemigo mortal. De especial importancia resulta, en este contexto, el caso de Pinoso, ya que consiste en una reserva estratégica de hidrocarburos que contempla, precisamente, un proyecto cuya dimensión temporal nos encadena a una actividad indeseable, en sentido contrario a lo que hay que hacer. El petróleo como problema primerísimo no admite más que acciones, proyectos y decisiones de reducción y restricción de actividad, no de su ampliación o de desarrollo. Es el petróleo el que nos niega el futuro, envenenándonos y arrebatándonos la libertad política y económica y por eso hay que bloquear todos los proyectos que le den impulso.
-Trabajó como ingeniero en la central nuclear de Zorita y al poco tiempo se convirtió en uno de los mayores activistas anti-nucleares de España. ¿Cómo explicaría al ciudadano de a pie porqué es una energía poco deseable?
-La energía nuclear es indeseable por muchos motivos: porque nació para destruir y matar, porque se adaptó a lo civil dejando sin resolver problemas pavorosos (tanto el de la inseguridad como el de los residuos radiactivos), porque no supone ninguna novedad energética estimable (se aprovecha a través de un ciclo termodinámico tan imperfecto como el del carbón o el petróleo), porque es escandalosamente cara, porque es utilizada por el sector eléctrico como un chantaje permanente antes los gobiernos y la propia ciudadanía, porque… Cuando entré en contacto con ella, a partir de 1973, primero como ingeniero y luego como ecologista antinuclear, no tardé de convencerme de que merecía la pena dedicar la vida a combatirla, y ya en 1976 publiqué mi libro “Nuclearizar España”, el primero de tipo antinuclear en castellano.
-Si renunciamos al petróleo y también a las nucleares, ¿es posible sostener nuestras necesidades energéticas?
-Claro que se puede vivir sin petróleo y sin energía nuclear. Lo importante es relativizar la importancia de ambas energías y sustituirlas de las numerosas formas posibles. Respecto del petróleo hay que decir que es su empleo como combustible de automoción lo que más gravemente nos encadena a él, de ahí esa tradición ecologista que critica y combate el uso vicioso del automóvil privado y el transporte excesivo de mercancías por carretera.
-¿Dónde está la clave para lograrlo?
-La solución parte de más transporte público (es decir, renuncia progresiva al uso privado), más ferrocarril e implantación del vehículo eléctrico; pero las cosas van, más bien, en sentido contrario.
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