Carlos Soria asciende montañas congeladas como si los hielos le ayudaran a conservar la juventud. Con 72 años a cuestas, el abulense coronó el Lhotse, la cuarta cumbre más alta de la Tierra, el pasado 21 de mayo. Ese día también llegaron a la cima ocho alpinistas más. Todos necesitaron asistencia. Soria fue el único que bajó caminando. Sin ayuda.
Entre los alpinistas que ese día hicieron cumbre en este ochomil que comparte campo base con el Everest se encontraban ilustres de la escalada española, como Juanito Oiarzabal, Juanjo Garra y Carlos Pauner. Todos llegaron agotados. El descenso de tres de ellos se vivió con dramatismo. Alguno estuvo a punto de acabar en tragedia. Soria llegó a la cima a las 9.30 horas y el resto sobre las 14 horas. «Los viejos tenemos la manía esa de madrugar mucho», explica el septuagenario con una mirada pícara y bonachona en una charla que ofreció el pasado sábado en Valencia.
Es el undécimo ochomil que alcanza este tapicero de Ávila que ha dedicado su vida a la montaña. Diez de sus once ochomiles los consiguió con más de 60 años. Pero quiere los 14 picos más altos de la Tierra. El reto es conseguirlos antes de 2013. Aunque mira las cimas sin obsesión. Ha abandonado más ascensos de los que ha coronado. Pero eso parece no importarle. Su experiencia e inteligencia le permite intuir e interpretar los caprichosos antojos de la montaña y del cuerpo humano. No sólo es cuestión de ser tozudo, no sólo es importante llegar a la cima, dice su forma de escalar.
El pasado mes de octubre la cantidad de nieve y el riesgo de avalanchas le impidió conquistar el Dhaulagiri, de 8.167 metros. Pese a la tristeza por no poder subir a su duodécimo ochomil, informaba al campo base con el optimismo del que disfruta del camino. «La montaña siempre merece la pena. Es un poco traicionera, pero de vez en cuando nos regala días como el de hoy, que es increíble de bonito».
Carlos Soria ha revolucionado la forma de entender el himalayismo. Le da más poso y sentido a una disciplina de envidias afiladas. Las noticias sobre este alpinista han humanizado la información que procede del Himalaya, más centrada en los celos, culpas y egos que en la belleza de caminar las montañas. Su relación con las cumbres recuerda la célebre frase del escalador kazajo Anatoli Boukreev: «Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión».
Con ese sentimiento de transcendencia sube y baja montañas este castellano de pequeña estatura pero de gran coraje. El domingo que nació, el 5 de febrero de 1939, los dirigentes de la República se exiliaron a Francia y dos meses después acabó la Guerra Civil. Vivió una infancia dura (como casi todas las infancias de posguerra) y con 14 años decidió lo que quería ser tras una excursión por la sierra de Guadarrama. Su popularidad ha aumentado gracias a sus últimos retos. A una edad en la que las personas de su generación son meros espectadores, Soria practica uno de los deportes más exigentes. Y que nadie piense que lleva más ayuda que el resto. Va con lo justo.
El sábado impartió una charla en el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias titulada ‘El alpinismo después de los 70 años’, que organizó SkiMountain. Carlos Soria cree que la edad «no es inconveniente para seguir realizando las actividades que nos gustan» y asegura que «hay que renunciar a las menos cosas posibles». Es un ejemplo práctico de que en el siglo XXI se puede tener una vida plena, física y mental, a una edad avanzada. Sus retos han llamado la atención del alpinismo de élite pero también de la medicina deportiva.
Desde que cumplió los 70 años ha ascendido el Dome Kang, una montaña de 7.200 metros que todavía estaba sin escalar. «Me sentí un descubridor», presumió orgulloso durante la charla. Tras dicha hazaña, ha coronado tres montañas de más de 8.000 metros. Entre ellas el Manaslu, que intentó escalar por primera vez hace 37 años. También ha terminado el proyecto de escalar las siete cumbres más altas de los siete continentes. La hazaña de hacer las siete cimas ha desembocado en la película documental ‘7/70’, dirigida por Daniel Salas (Dokumalia), que en estos momentos se promociona por distintos festivales de España. Y es que, para este joven alpinista de 72 años, «nunca es tarde para hacer realidad un sueño».
Comentarios
1 Responses to “Un joven alpinista de 72 años”
es para mi una motivacion especial por la gran aventura de los retos que se han trazado espero en el futuro escalar mi propia montaña saludos desde leon gto mexico