En 1974 el planeta tierra dio la bienvenida a unos seres diminutos que desde entonces no han dejado de multiplicarse. Son indestructibles, eternamente sonrientes, triplican la población mundial y si se pusieran todos en fila darían la vuelta al mundo 2’5 veces. Son los clicks de Playmobil.
Su historia comienza en Zindorf, Alemania. En 1954 Horst Brandstätter se puso al frente de la empresa de artilugios de metal que había heredado de su padre y decidió que era el momento de dejar de fabricar huchas, télefonos o cajas registradoras, para apostar por el nuevo material que empezaba a hacer furor en todo el mundo. El plástico. El giro que el joven Horst dio a la empresa surgió efecto y su primer gran éxito llegó cuando perfeccionó una máquina de inyección que permitía la fabricación en serie de un sencillo aro de plástico de colores. Se trataba del Hula Hoop, un juguete que consiguió reportar unos beneficios astronómicos a la compañía, que decidió seguir apostando por la fabricación de juguetes de plástico.
Como ocurre siempre que hay una crisis, los que agudizan el ingenio y saben adaptarse son los que acaban triunfando. Eso es lo que pasó en la empresa de Bransdstätter. Aunque aquí, la casualidad también tuvo mucho que ver. En 1971 la crisis del petróleo obligó a la compañía a buscar alternativas que necesitaran el empleo de menos material en sus juguetes de plástico. Hans Beck, uno de los diseñadores de la empresa se encontraba trabajando en nuevos modelos de coches de juguete, tripulados por pequeños hombrecitos articulados. Viendo el potencial que podían tener estos personajes se decidieron a echar el resto y a centrarse en ellos como juguete independiente. De esta manera en 1974 se presentaban en la feria del juguete de Nüremberg los primeros «Clikies» de Playmóbil.
Bienvenidos a España
El éxito de estos hombrecillos alemanes les animó a buscar casa en España y así fue como dos años después, en 1976 se instalaron en Onil (Alicante). En sus inicios fue un socio comercial (Famosa) el que les acogió en sus instalaciones bajo el nombre de los Clicks y Clacks (la versión femenina) de Famobil. En 2003, Geobra-Brandstätter se desvincula totalmente de Famosa y comienza la nueva andadura de Playmobil Iberica S.A.U.
Todo el proceso de fabricación de estos juguetes se centra en Europa. Playmobil cuenta con cuatro fábricas, en Alemania, Malta, República Checa y España. Según Carlos Cases, coordinador de Marketing de Playmobil Ibérica, «en la planta de producción de Onil se embolsan las diferentes piezas que componen un juguete, aquí se fabrican aproximadamente un millón y medio de artículos acabados, los cuales se distribuyen a todo el mundo». Una empresa que factura al año 507 millones de euros fabricando unas figuras de plástico que desde el momento de su creación fueron un éxito de ventas.
Aunque a simple vista no lo parezca los playmobil han ido evolucionando con los gustos de los niños, Cases ayuda a identificar estos pequeños cambios: «se pueden apreciar, por ejemplo las manos de los primeros clicks, que eran completamente estáticas y en el caso de las chicas también se les resaltó el pecho. Unos años después evolucionarían y podrían girar. También ha cambiado la estética y diseño de su vestimenta. Ahora son más modernos y no sólo son de 2 colores como los antiguos». Y si hablamos de los favoritos de los niños, «las líneas más exitosas con el paso del tiempo, siguen siendo los Playmobil pirata, medieval, policía y granja».
Una legión de seguidores adultos
Precisamente son estos modelos más antiguos los que causan furor entre los coleccionistas de todo el mundo. En España existen gran número de aficionados al Playmobil que han hecho del portal playclicks.com su principal punto de encuentro. Según Juan Miguel Soler, su responsable, «la etapa Famosa y sus clicks de Famobil, siempre tendrá ese algo especial mitad nostalgia y mitad fiebre coleccionista de objetos imposibles».
«Si bien es cierto que un muñeco de hoy en día es infinitamente más vistoso que las monocromáticas figuras de hace 30 años, este detalle los ha hecho especializarse tanto en ciertas series que un niño (o adulto, por supuesto) ve coartada su imaginación al no poder trasladar cualquier muñeco a cualquier situación. Antes, una misma figura sería un caballero medieval, un vaquero o un temible pirata simplemente cambiándole el gorro y sus accesorios». De esta manera, hay ciertas referencias de Playmobil que se han llegado a convertir en auténticos fetiches. «Recuerdo perfectamente cómo la menospreciada línea victoriana, allá por los 90, diez años después se convirtió en la serie más buscada con diferencia. La mansión victoriana, la famosa ‘valla’ o reja, o incluso el camión de transporte, se convirtieron en objetos prácticamente de lujo y con unos precios exhorbitantes en Ebay, único lugar en el que podía verse», cuenta Soler.
Sin lugar a dudas, la pasión por estos juguetes continúa cautivando a niños y mayores. «Podríamos hablar de los distintos tipos de coleccionistas: los que guardan las cajas sin abrir, los que rotan enormes dioramas en su casa, los que pintan y modelan sus propias figuras, o los que no se consideran coleccionistas sino ‘jugones'». Una afición que lleva a sus seguidores a organizar encuentros, reuniones y todo tipo de actividades: «A día de hoy se celebran numerosas exposiciones por toda nuestra geografía, pero el momento cúlmen es, probablemente, la feria anual, que generalmente se celebra en septiembre en Barcelona o Madrid. Esta multitudinaria reunión de aficionados es algo más que una enorme exposición llena de originalidad o un mercadillo internacional, se ha convertido en la Meca de cualquier aficionado a Playmobil».
Las claves del éxito
Todos los que hemos jugado con ellos de niños y vemos hoy en día como siguen estando igual de moda que hace décadas nos hacemos la misma pregunta. ¿Por qué siguen triunfando? Juan Miguel lo tiene claro: «Playmobil es sinónimo de calidad, imaginación y posibilidad infinita de diversión. Los muñecos de la eterna sonrisa han conseguido lo que muy pocos juguetes han logrado, ser todo un símbolo durante 40 años… y los que les queda. Lo más importante es que es un hobby hereditario, como me gusta llamarlo. Los que jugamos con ellos de chavales lo acercamos, a veces casi inconscientemente, a nuestros hijos; jugamos con ellos recordando antiguas gestas y aventuras generándoles de esta manera una afición que seguramente les acompañará para siempre como algo muy especial. Los aficionados, y ahora me refiero a los adultos, no sólo jugamos con nuestros niños, también creamos dioramas, fotografiamos diseños propios o participamos en exposiciones para disfrute de los visitantes, que revivirán viejos recuerdos junto a sus hijos, cerrando esta retroalimentación de pasión. Playmobil es un juguete más vivo que nunca, y de eso se encarga la propia marca y por supuesto los aficionados y padres».
Comentarios
3 Responses to “Un mundo de 7,5 centímetros”
El único problema de estas diminutas maravillas era su recogida cuando llamaban «a cenar».
He visto abuelas utilizando escoba y recogedor para abreviar el proceso…
Pero eso también le da su encanto al asunto…aprender a recoger también forma parte de jugar!!