Es sábado por la tarde y el barrio del Carmen de Valencia es un hormiguero de gente que deambula por bares y terrazas. Enfilamos la Calle Alta y llegamos a Cafelatte, el pequeño local donde tendrá lugar la cata de hoy. No hay copas, ni botellas, ni vino. Sólo agua caliente, tazas y más de 200 tipos de té.
Lo primero que nos llama la atención al entrar es el muro de latas de diferentes colores que cubre las paredes de la tienda. Cada una de ellas contiene la materia prima para poder elaborar una variedad de infusiones casi infinita. “El secreto está en saber combinarlas en la proporción adecuada”, nos cuenta Raúl, el encargado de llevar la voz cantante en esta cata.
Pese a que es capaz de distinguir la gran mayoría de variedades existentes de esta curiosa bebida, no le cuesta admitir que es casi imposible conocerlas todas. “El té es la bebida más popular del planeta, después del agua. A pesar de esto, en nuestro país sigue siendo una auténtica desconocida. Aunque todo el té se extrae de un arbusto, la ‘Camellia sinensis’, dependiendo de su origen y su tratamiento podemos encontrar miles de variedades diferentes de esta infusión.”
Los pilares del té
Puesto que es fácil para el novato perderse entre aromas y matices, lo más práctico es comenzar la cata guiándose por una sencilla división por colores. Del mismo modo que en la cultura del vino se dividen los caldos en tintos, blancos y rosados, podemos establecer una división similar en el mundo del té. Aquí las grandes bases que dan lugar al resto de mezclas son el té blanco, el té verde, el té negro, el té rojo y el té azul.
Siempre con alguna de estas variedades como punto de partida, las diferentes combinaciones con otros vegetales y especias nos ofrecen una gama de sabores casi infinita. Algunas de ellas son tan conocidas que se han creado un nombre propio, como el ‘Earl Grey’, que consiste en una mezcla de té verde con aceite de bergamota; o el popular ‘Chai’ nepalí, que contiene diferentes especias como el cardamomo, el clavo y la canela. «Los sabores del té son infinitos, eso es lo apasionante de este mundo. Mi objetivo cuando alguien viene a Cafelatte es que descubra, que juegue y experimente. ¿Por qué no crear tu propio té negro al aroma de plátano y melón? Combinando todos estos sabores podrías estar tomando un té diferente cada día del año», dice Raúl.
Comenzamos la cata con un té verde y, continuando con el símil de la enología, también aquí el olfato es fundamental para apreciar las cualidades del producto. Simplemente aspirando el aroma de las hojas en seco percibimos algo parecido al olor a hierba recién cortada. Raúl nos explica que “se trata del té de mayor popularidad en el mundo. Casi la cuarta parte del que se produce hoy en día es té verde».
Tras apreciar su olor llega el momento de ponerse manos a la obra. Mientras se calienta el agua, nuestro anfitrión prepara la tetera con delicadeza.«No tiene por qué ser difícil hacerse un té, pero para disfrutar de él y de la cultura que lo envuelve yo recomiendo a la gente que se tome su tiempo. El agua debe estar caliente, pero siempre un poco por debajo del punto de ebullición (entre 70 y 85 grados). Se trata de extraer la esencia de la planta, y para ello no harán falta más de tres o cuatro minutos de infusión. Después, lo mejor es extraer el té de la tetera, porque corremos el riesgo de que coja un gusto amargo.»
La cultura del té
Existen casi tantas formas de preparar el té como culturas que lo consumen. En Japón, prepararlo correctamente puede llevar varios años de práctica. Su elaboración se envuelve de una ceremonia en la que es casi tan importante la manera de hacerlo como el entorno, la decoración, la vestimenta o la actitud y las formas de los participantes. Se consume en cuencos y se elabora oxigenándolo con un batidor de bambú.
El mundo árabe tuvo un contacto tardío con esta infusión. Los ingleses la introdujeron en Marruecos en el siglo XIX y hoy en día está íntimamente ligada a su cultura. Se prepara con azucar y hierbabuena, oxigenando el té varias veces haciéndolo pasar de un vaso a otro. La costumbre es tomar tres tazas: «La primera amarga como la vida, la segunda dulce como el amor y la tercera suave como la muerte».
En las culturas occidentales, sin duda el paradigma de pasión por el té lo encontramos en el Reino Unido. La hora predilecta para su consumo son las cinco de la tarde, momento en el cual puede pararse el mundo para disfrutar de una taza de té manchada con un poquito de leche.
En España el café todavía tiene ganada la partida a esta infusión que cada día tiene más adeptos. «No hay día que no entre alguien a preguntarme qué tipo de té le puedo recomendar. Pero no existe una fórmula mágica, porque se trata de algo muy personal y varía con cada uno. Aunque algo mágico debe tener el té, porque es capaz de convertir el agua en buenos momentos.»
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Un té para cada persona br>
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