Vas caminando y al doblar una esquina descubres que 300 personas se están peleando a golpe de almohada. La mayoría no se conocen y posiblemente al cabo de media hora desaparezcan de allí. Su única intención: divertirse, sorprender y participar en algo en contacto con más gente. Esto es en esencia un ‘flashmob’. Personas que hacen cosas con otras personas.
Se trata de un fenómeno que ha sido posible gracias a la explosión de las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información y, como tantas otras cosas, se ha implantado con su correspondiente expresión en inglés. El término ‘flashmob’ nace de la unión de las palabras inglesas ‘flash’ (destello, explosión) y ‘mob’ (multitud) y vendría a significar algo así como una multitud instantánea.
Lo que caracteriza este tipo de eventos son básicamente dos puntos. En primer lugar el hecho de ser concentraciones puntuales, con una duración generalmente corta y en espacios públicos. Se puede tratar de una plaza, un tren, unos grandes almacenes, una playa… cualquier lugar donde no existan barreras de acceso a los participantes y en el que pueda disolverse rápidamente y con facilidad la concentración.
La segunda característica de un ‘flashmob’ se encuentra en su organización. Por lo general, no se emplea un gran despliegue publicitario. Basta con saber utilizar de una forma adecuada las redes sociales y su efecto multiplicador. El boca-oreja se encarga del resto.
De Manhattan a Valencia
Los primeros eventos ‘flashmob’ tuvieron lugar en Nueva York en junio de 2003 y desde entonces es rara la gran ciudad que no haya sido testigo de una de estas iniciativas. A Valencia llegaron en 2010 de la mano de Jesús Gallent y Joan Carballo, la cara oculta que hay detrás del movimiento Smartmob. «Smartmob surgió en el año 2010 después de quedarnos con la boca abierta tras ver algunos ‘flashmobs’ famosos en YouTube. Pensamos que este tipo de cosas no debían ser exclusivas de grandes ciudades como Nueva York o Berlín y seguro que en Valencia tendría su éxito», cuenta Carballo. Y por lo que parece no se equivocaron.
En tan solo un par de años las calles de la ciudad ya han sido testigos de luchas entre ninjas, batallas de almohadas, transeúntes que se quedan congelados, improvisadas nubes de paparazzis o guerras de agua y de pompas de jabón. Todo ello, protagonizado por gente anónima con una cosa en común: las ganas de pasarlo bien. «Los objetivos principales de cualquier acción Smartmob son dos: divertir al participante y sorprender al paseante. Tanto el que se lo encuentra sin saberlo como el que sabe a lo que va deben volver a casa con una sonrisa», cuenta Joan.
¿Qué hay detrás de un ‘flashmob’?
Aunque el mundo de la publicidad hace tiempo que conoce el potencial de este tipo de acciones e intenta imitar su funcionamiento en muchas campañas virales, un ‘flashmob’ se caracteriza por el carácter voluntario de sus participantes. «Las ganas de divertirse siempre han estado ahí. Antes se canalizaban de un modo y ahora con las redes sociales se pueden canalizar de muchas otras. Los ‘flashmobs’ son sólo una forma más de disfrutar de un sábado por la tarde o de un domingo por la mañana. Eso sí, ahora la sociedad es mucho más abierta a pasarlo bien entre extraños y conocer gente».
Respecto a su organización, según Carballo, la dinámica siempre es parecida. «Básicamente nos proponemos un tipo de flashmob, le damos las vueltas necesarias a la idea para que sea divertida y sorprendente, pensamos en las cosas imprescindibles que necesitamos y cuando lo tenemos todo más o menos claro, lanzamos el evento en Facebook y lo difundimos en las redes sociales. Allí vamos informando sobre las peculiaridades del ‘flashmob’ y luego, si es necesario, hacemos una pequeña explicación antes de iniciarlo para que esté bien coordinado cerca del sitio donde queramos sorprender a los paseantes. ¡Y funciona!».
Del ‘flashmob’ al ‘cashmob’
Parece innegable que la gente continúa disfrutando al sentirse parte de algo grande y diferente, y hoy la tecnología pone las cosas mucho más fáciles a la hora de gestionar un evento multitudinario. ¿Pero qué pasaría si toda esta energía la canalizáramos en ayudar al prójimo?. Esto también tiene un nombre, y se llama ‘cashmob’.
En pocas palabras se trata de intentar reunir en un breve lapso de tiempo al mayor número de personas posibles para que acudan todos a comprar en un comercio determinado. El objetivo es ayudar a las tiendas de barrio.
El primer evento de este tipo en España tuvo lugar el pasado 4 de mayo en La Vila Joiosa (Alicante). La idea surgió de uno de sus vecinos, José Juan Muñoz, quien después de descubrir este tipo de iniciativas en Londres decidió trasladar el concepto a su propia ciudad. El comercio elegido fue una papelería de las de «toda la vida».
En la media hora que duró el evento participaron 40 personas y consiguieron recaudar 300 euros de caja. Una respuesta popular muy positiva que para José Juan «se basa en la idea de ayudar a los comercios de tu zona, a esos que todos conocen y saben que están sufriendo. Es una ayuda directa, un día concreto a una hora establecida y con un fin muy claro y definido».
Explicar una iniciativa diferente siempre es difícil al principio. Para conseguir apoyo de la gente en esta aventura, José Juan tuvo que emplearse a fondo: «era primordial explicarle a la gente que su asistencia serviría para salvar muchas pequeñas tiendas en nuestro país, debido a la inyección económica que realizábamos directamente con una compra solidaria. Había que recalcar que el evento era voluntario, participativo y en el cual debían de cumplir la ‘regla de los tres amigos’: en primer lugar realizar una compra. En segundo lugar conocer a 3 personas e interrelacionarse. Y por último la más importante, divertirse».
El éxito de esta iniciativa parece ser que ha dado sus frutos. A través de la web www.cashmobspain.com José Juan y sus colaboradores están dedicándose a promover y difundir la filosofía ‘cashmob’ y en menos de un mes ya se ha repetido la experiencia en tres ciudades más: Málaga, Huesca y el próximo 16 de junio en Mutxamel (Alicante).
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