Revoluciones no sólo 2.0

20 de noviembre de 2012. La bloguera egipcia Gigi Ibrahim toma una foto de un niño en el Hospital de Shifaa, Gaza. La franja sufre los envites de Israel, que responde con cohetes lanzados desde sus territorios en la operación Pilar Defensivo, dejando a su paso 162 palestinos muertos. La foto da la vuelta al mundo al compartirla en Twitter. De nuevo, las redes sociales muestran al mundo la realidad al minuto, tal y como sucedió en 2011 con el estallido de la Primavera Árabe

Revoluciones no sólo 2.0
Imagen tomada el pasado 20 de noviembre por la bloguera Gigi Ibrahim en las urgencias de un hospital de Gaza. Foto: Gigi Ibrahim.

Imagen tomada el pasado 20 de noviembre por la bloguera Gigi Ibrahim en las urgencias de un hospital de Gaza. Foto: Gigi Ibrahim.

Con esa imagen presidiendo una de las salas de la Fundación Bancaja de Valencia, comenzó la periodista Olga Rodríguez su intervención el pasado lunes en una de las conferencias organizadas por ‘Le Monde Diplomatique en Español’ dentro de su ciclo de charlas sobre redes sociales. La cita, en la que estuvo acompañada por el también periodista especializado en información internacional Ramón Lobo, intentó ofrecer luz sobre la influencia de los canales sociales en conflictos internacionales, focalizando la atención en Oriente Medio y el norte de África. Ambos han cubierto acontecimientos en la zona y saben de primera mano cómo están mutando unos países en los que internet ha eclosionado como instrumento de activismo social.

Olga Rodríguez, actual subdirectora de Eldiario.es y ex reportera de la sección de internacional de SER, CNN+ o Periodismo Humano. Foto: Paloma Pérez.

Olga Rodríguez, actual subdirectora de Eldiario.es y ex reportera de la sección de internacional de SER, CNN+ o Periodismo Humano. Foto: Paloma Pérez.

La red lo “ha cambiado todo”, se apresuraba a contar Lobo tras la charla. “Tiene una ventaja que es la transmisión. Las fotos y los textos son instantáneos. Pero también hay un inconveniente grave: tus jefes están viendo el mismo conflicto a través de la web y se creen que saben lo que está pasando. Con lo cual, pierdes de alguna forma la intimidad magnífica que había antes, cuando podías perder días y días y hacer las historias que tú querías”. Sin embargo, han abierto los ojos a una nueva realidad, mostrando al mundo lo que está pasando en ese mismo momento. “Internet y las redes sociales sirven para romper ese Matrix de la censura y las dictaduras” que siempre se ha dado en zonas como Oriente Medio, recordaba Rodríguez en su intervención.

Pero no es la censura lo único que se ha roto. Los numerosos estigmas que se han creado alrededor del mundo árabe, se encuentran con una realidad bien distinta en blogs, Facebook o Twitter. “Las redes sociales contribuyen a romper estereotipos de sociedades que tienden a la estigmatización”. Las revueltas de la primavera árabe en Túnez y Egipto surgieron con un espíritu totalmente laico y el grito más escuchado era “pan, justicia y libertad”, recuerda Rodríguez. La venda de muchos ojos también cayó. En Palestina, por ejemplo, “fue desde las redes sociales donde se rompió lo políticamente correcto y se difundió la realidad que aquí es incómoda”. Una realidad con víctimas civiles, contra la maquinaria de propaganda que niega daños humanos.

Reflejo de la calle

Una idea resuena en la cabeza de toda la sala cuando la pronuncia la reportera, inmersa ahora en el proyecto de ‘Eldiario.es’. Las revueltas de la Primavera Árabe “no son revoluciones 2.0″. Pero, ¿habrían sido posibles con esta magnitud sin las redes sociales? «Nunca se sabe. El ingrediente fundamental fue el trabajo de activismo clandestino surgido y trabajado en los años anteriores, que era impresionante. Yo tuve la suerte de descubrirlo en 2004 y estaba impresionada. A partir de 2006 fue imparable; no había semana en la que no hubiera protestas y manifestaciones. Todo eso creó un tejido social inigualable. Que evidentemente podía haber desembocado en lo que desembocó o no, pero era realmente asombroso».

Al final, «las revoluciones las hacen las personas”, aunque «las cadenas de televisión árabes por satélite jugaron un papel fundamental porque en un primer momento apostaron por dar toda la visibilidad posible a las revueltas árabes». Un primer empuje que contrasta ahora con una toma de distancia: «hay que tener en cuenta que Al Jazeera es de Catar y ese país tiene sus propios intereses en la zona». «Las redes sociales no fueron indispensables, pero sí un ingrediente muy importante a la hora de conectar a a las personas, de dar visibilidad a las protestas, de poder coordinar a la gente, y convocar manifestaciones».

El momento también propicia la necesidad de fuentes ciudadanas. Lobo se quejó ante el auditorio de que hoy hay entre un 30 y un 40% menos de corresponsales europeos en Bruselas. La crisis se ha cebado con los medios y “no hay respeto a ese tipo de periodismo”, denuncia quien hace sólo unos días tuvo que pasar por el mal trago de ser despedido junto a decenas de compañeros de ‘El País’. “Las redes sociales rompen esa dinámica” de falta de altavoces en los lugares de conflicto “porque sí cuentan historias. Aunque no son la verdad absoluta”, avisa.

Ramón Lobo, en un momento de su intervención en la conferencia del pasado lunes en Valencia. Foto: Paloma Pérez.

Ramón Lobo, en un momento de su intervención en la conferencia del pasado lunes en Valencia. Foto: Paloma Pérez.

“Particularmente, prefiero un periodista porque en las redes sociales, como en cualquier ámbito, también hay bandos y ya nos han colado muchas cosas”. El consejo para evitarlo: “reordenar miradas pero aplicando los mismos principios que en el periodismo, que pasan por comprobar, comprobar y comprobar. Las redes tienen el defecto de que impulsan la velocidad y, en ocasiones, la falta de rigor. Hay que pararse a pensar y muchas veces nos lo impiden”. Una reflexión compartida por Rodríguez, para quien los canales de social media son un “diamante en bruto”. Eso sí, todo mimo es poco a la hora, por ejemplo, de seleccionar fotos. “Me cuido de compartir fotos sólo de gente de la zona que conozco cara a cara”, matiza.

Historias de cosas pequeñas

6 de abril de 2008. Los movimientos obrero y urbano de protesta en Egipto unen sus fuerzas y convocan una gran movilización a través de Facebook. Dos días después de las revueltas, el régimen de Hosni Mubarak tumbó internet para intentar frenar unas revueltas que ya era imposible parar. Había nacido el Movimiento 6 de Abril.

“Gracias a los blogueros se empezó a conocer la realidad de las fábricas de Egipto” meses antes, contextualiza Olga Rodríguez. Rememora el trabajo de activistas como Gigi Ibrahim y encuentros en la zona con blogueros como Kareem El Behirey, joven autor de un blog que siguió al minuto la huelga que llevaron a cabo los trabajadores de la fábrica textil de Mahalla, de titularidad estatal. Kareem contó lo que pasó en esas acciones hasta que desapareció varias semanas, detenido por la policía del régimen.

La de Kareem, como la de decenas de casos en Túnez, Bahrein, Gaza, Siria, Libia o Egipto, supuso una ventana abierta al exterior para conocer la realidad de un conflicto que llegaba a nuestros medios tamizado por una o dos fuentes. “En los medios europeos las redes sociales afectaron a la uniformidad de la información”, recordaba Rodríguez. De repente dejaron de llegar a los medios de información general sólo las visiones de las grandes agencias y la foto fija de Al Jazeera, para aparecer una avalancha de gente haciendo acciones pequeñas. Como dijo Eduardo Galeano y se encargó de recordar ella misma: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».