Una habitación llena de besos, un funambulista que se resiste a poner los pies en el suelo, una carta en un trastero que explica tantas cosas… El primer libro del periodista Carlos del Amor reúne 25 relatos que arrancan con un hecho real, una anécdota sobre la que este «escritor accidental» construye una ficción en prosa que es auténtica poesía.
‘La vida a veces’ es un canto a las pequeñas cosas, a esas que flotan permanentemente a nuestro alrededor y en las que no siempre reparamos. Pese a haberse separado momentáneamente de la imagen, la que le acompaña en su faceta como periodista del área de cultura de los Servicios Informativos de RTVE, Carlos del Amor logra crear evocadoras imágenes a través de ese lenguaje que, para quien ha seguido sus crónicas, tanto le identifica. Un halo de nostalgia impregna ligeramente las 230 páginas que conforman la obra.

Carlos del Amor es de «distancias cortas y de tiempos cortos», porque vive «de eso», de tener su reportaje listo para el área de Cultura de los informativos de TVE. Foto: P. P. R.
Quedo con el periodista en un restaurante de Valencia. No llegará al hotel donde estaba prevista inicialmente la entrevista. Las promociones tienen estas cosas. Los tiempos se acortan y se alargan a su antojo. Nos sentamos y Twitter parece romper el anonimato que muchas veces separa entrevistado de entrevistador: «¿Me has escrito algún tuit, verdad?», duda. «Sí, alguno», respondo. Enseguida se cambian las tornas y paso a ser yo la que pregunta.
El primer relato, ‘Sin ideas’, describe los problemas de un escritor para empezar un libro. ¿Es más fácil redactar con la presión de entregar, en el día, una pieza para el Telediario?
Sí. Yo, además, soy de distancias cortas y de tiempos cortos, porque vivo de eso. Y si a las 21 horas tiene que estar una pieza, pues tiene que estar. Y, de repente, ves que tienes un año para dar forma a un libro… O te pones un poquito de disciplina o, dado mi comportamiento desordenado, acabas por no terminar nunca de escribirlo. Menos mal que me dijeron una fecha. Si me hubieran dicho ‘termínalo cuando puedas’, a lo mejor estábamos todavía por el primer capítulo (sonríe).
Además, no contabas con la imagen para apoyarte a la hora de contar.
Sí, ahí me he sentido un poco cojo. Lo que he intentado es recrear la imagen en mi cabeza. Pero tienes que entrar en unos detalles que en televisión no entras, porque la gente lo está viendo. Aquí tienes que intentar que la gente lo vea. Y eso ha sido una de las cosas más apasionantes. El salirse del minuto 20 de la televisión para poder jugar a describir con todo lujo de detalles una escena, sin ser esclavo de la imagen.
Hay muchos periodistas que, como tú ahora, se han lanzado a escribir libros.
Ahora mucho más. Y sobre todo periodistas de televisión.
¿Qué vicios de ‘plumilla’ en la escritura has tenido que dejar aparcados?
No he tenido que dejar muchos. Para lo bueno y para lo malo, se nota que el libro es mío. Mi forma de escribir y mi forma de contar se adivinan en el libro. Sí es cierto que en el lenguaje de la televisión me gusta jugar con la repetición de palabras y aquí he intentado no hacerlo. Pero yo he intentado que se traslade casi todo el Carlos del Amor de ‘Televisión Española’ al Carlos del Amor de ‘La vida a veces’. Porque no oculto lo que soy y lo que hago. Me parecería más inverosímil que estuviéramos hablando sobre una novela histórica recreando cosas que no conozco. Hasta las últimas consecuencias soy quien soy.
Si tuviéramos que rotularte en esta entrevista, sería…
Periodista, sólo (interrumpe sonriendo).
¿Y escritor?
No, periodista. Escritor accidental…
¿Y si dentro de varios años acumulas ya cuatro títulos a tus espaldas?
Que no creo… (Sonríe). Pero si así fuera, sería un periodista que escribe accidentalmente. Infunde mucho respeto escribir y tener un libro entre las manos que lleva tu nombre y un engranaje editorial. Con ese respeto te acercas y, con el mismo, te alejas. No sé si me volveré a acercar, pero de momento soy periodista con todas las consecuencias.
¿Qué estás aprendiendo del lado del entrevistado que te ayudará cuando te pongas de nuevo el traje de reportero?
Creo que hay que tener más paciencia con los que están de este lado. Yo soy de los que se preguntan por qué llegan tarde. Se está más cómodo del otro lado, del de quien pregunta y no está tan expuesto.
Una de las cosas que más nos preocupa a los periodistas es no caer en las preguntas tópicas y recurrentes. ¿Qué no te han preguntado todavía? ¿Qué se preguntaría Carlos del Amor?
No sé. Tengo una ligera idea de cómo haría una pieza de este libro. Pero, no sé qué me podría preguntar (piensa mientras pasa y pasa las hojas del ejemplar que está en la mesa). Sí que visualizo un reportaje. No sé, trataría de localizar a alguien que hubiera protagonizado algún relato. Por ejemplo, a la hija de la chica que aparece en la foto de Barcelona. Y tirando de esa historia contaría las otras. No sé. A lo mejor le preguntaría si alguien real que sale en el libro tiene el libro.
Perfecto. Pues me salto dos preguntas y voy directa: ¿has enviado a alguno de los personajes el libro?
(Sonríe). A la chica de la foto.
¿Cuál ha sido el ‘feedback’?
Le ha gustado mucho. Su hermana, que también aparece en el relato, me ha dicho que ha llorado leyéndolo y que si voy a Barcelona, que por favor se lo firme. Nunca se habían parado a ver cómo podría haber sido aquel día frío en Barcelona. El otro día me envió un mensaje desde Berlín con la foto de su madre en la portada de un catálogo alemán. Me hizo ilusión.
‘La vida a veces’ recoge 25 relatos. 25 vidas resumidas. Tu capacidad de síntesis como periodista te habrá ayudado.
Sí, porque en algunos casos son vidas en las que transcurren años, y en sólo diez páginas. No necesitaba más. Con una palabra o con un acontecimiento puedes transmitir que te ha llovido la vida entera. Indudablemente, me ha ayudado. Yo estoy acostumbrado a minuto y medio de Telediario. Imagínate tener diez folios. Es como un gigante, teniendo en cuenta que una pieza de Telediario ocupa medio.
Al lector le cuesta desprenderse de una historia y pasar a otra, precisamente por esa intensidad. ¿Al escritor le sucedió lo mismo?
Sí, pero dejaba un tiempo de reflexión para que esa historia viviera un poco y no se sintiera mal. Porque si no, parecía que le estaba siendo infiel muy rápidamente. Por eso decía: ‘ahora voy a estar contigo, puliéndote, dos o tres días. Poniéndote guapa y esperando a que puedas pasar al archivo profundo del ordenador antes de ponerme con otra’. La mimaba hasta que llegaba la siguiente. Yo creo que se quedaban contentas…
Los besos, el amor, el odio, la muerte, el recuerdo… Todo con un halo nostálgico. ¿Se trataba de contar a través de las emociones?
Es que la vida es amor, muerte, venganza… Son sentimientos universales que, por suerte o desgracia, todos los sufrimos y sentimos. Como sabía que la materia prima iba a ser la vida, quería que fueran colándose y fluyendo. Dibujando personajes que sintieran añoranza, amor, odio, pasión. Y luego, es verdad que debo ser melancólico por naturaleza. Me gusta de vez en cuando mirar para atrás y echar de menos los tiempos en los que jugaba en la calle, el grupo de amigos con el que parecía que el verano no tenía fin. Igual que mañana echaré de menos hoy. Esa nostalgia se va colando hasta invadirlo prácticamente todo.
Con algún relato te has sentido especialmente cómodo como para haberlo alargado de diez a 200 páginas.
No sé… Como soy impaciente e inquieto también, si no veo el final me cuesta seguir. Para llegar a 200 me tendría que haber puesto una disciplina militar. En el día tras día estoy muy ocupado. No sé si podría haberle dedicado tanto cariño. Pero sí que hay historias que podrían haberse alargado.
¿Alguna en especial?
No tengo ninguna preferida. Pero si tuviera que quedarme con una, sería con ‘Efímero’. Pero no porque sea la que más me gusta, sino porque en ese sentimiento de nostalgia eterno, siempre me ha fascinado ver qué pasa cuando dejamos de estar. Me siento identificado porque es un pensamiento que siempre me ha rondado la cabeza. Pero, estoy medianamente contento con casi todas las historias.
Medianamente. Nunca totalmente satisfecho.
No, si te quedas 100% satisfecho, te paras.
En tu libro dejas unas hojas en blanco para que el lector escriba su relato. ¿Has escrito ya en alguno de los originales que te has guardado?
No, todavía tengo que escribir mi historia 26. Tengo sólo un original. No tengo más, porque tampoco quiero tener una pila de libros míos.
Cada una de las historias parte de un detalle. ¿Con qué anécdota de esta entrevista construirías un relato?
(Se queda mirando hacia la ventana, pensando). Que… Que te vi en Twitter antes de en carne y hueso y, a raíz de ahí, construí más tu cara. Podría ser un relato de encuentros y desencuentros, a través de redes sociales y de equívocos en torno a dónde ha quedado en Valencia alguien que no conoce la ciudad.
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«Hay que apoyar la cultura caiga quien caiga» br> Como consumidor, ¿crees que lo público debe participar también de la cultura? Es inevitable preguntarte por los Telediarios de TVE desde la entrada de Julio Somoano. En redes y fuera de ellas hay cierto desconcierto, incluso malestar, ante algunos cambios en la agenda de las noticias y su tratamiento. ¿Estar en el área de Cultura es una ventaja para mantenerse al margen de estas polémicas? |
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Comentarios
3 Responses to “«Debo ser melancólico por naturaleza»”
me encanta este hombre. deseando comprar el libro. un saludo