Ignacio del Valle, historias de la Historia

El último libro de Ignacio del Valle, un compendio de relatos escritos en distintas etapas de su vida, se sumerge en los mares limítrofes de la Historia. La ambigüedad es el espinazo de los cuentos que transitan ‘Caminando sobre las aguas’ (Páginas de Espuma), allá donde las vértebras de una…

Ignacio del Valle, historias de la Historia

El último libro de Ignacio del Valle, un compendio de relatos escritos en distintas etapas de su vida, se sumerge en los mares limítrofes de la Historia. La ambigüedad es el espinazo de los cuentos que transitan ‘Caminando sobre las aguas’ (Páginas de Espuma), allá donde las vértebras de una crisis histórica se enroscan en el conflicto de los personajes.

Ignacio del Valle  se dio a conocer al gran público con la serie de Arturo Andrade. Foto: Rafa Honrubia.

Ignacio del Valle se dio a conocer al gran público con la serie de Arturo Andrade. Foto: Rafa Honrubia.

“Me interesa mostrar la Historia a través de pequeñas historias”, explica el escritor asturiano en una entrevista acordada en la cafetería de un hotel de Valencia. El libro es una máquina del tiempo que desciende hasta los infiernos de una intrahistoria ficcionada. Allí encontramos a un cosmonauta cuyo cuerpo, desligado de la nave, aún flota en el espacio, “el primer terrestre que visitará otras galaxias”. O el paisaje afilado al que se enfrenta un corresponsal de guerra, herido, en medio de un plaza dominada por dos francotiradores: uno empuña un rifle, el otro una cámara fotográfica que dispara desde los límites de la moralidad. En esos lindes camina la partida de ajedrez entre padre e hijo de ‘Jaques’ y una frase lapidaria: «Todavía no tenía edad para comprender que aquel era uno de esos días vírgenes, hasta que llega un hijo de puta y lo convierte en Historia».

Pero el relato que sustenta el libro lleva su mismo nombre, ‘Caminado sobre las aguas’, y cuenta un episodio del doble de Lorenzo de Médicis. El oscuro gobernante y mecenas de la Florencia renacentista, capaz de quemar una ciudad, violar a las mujeres, y al día siguiente pagarle la nómina a Leonardo da Vinci. De esa ambigüedad hablan los relatos.

En realidad, el Renacimiento sobrevuela todo el libro, aunque no todos los cuentos sucedan en este momento. “En mis novelas y cuentos siempre se respira el aire de la memoria, en este caso de Florencia. Es una época que me fascina por su búsqueda de la medida, de la proporción, de la belleza y del conocimiento”, dice. Ahí se define su prosa, en el equilibrio entre la narración directa, embaucadora, y las descripciones menos austeras. De alguna forma ha encontrado la proporción (¿áurea?). No rechaza la belleza compositiva pero, a su vez, los textos discurren vívidos y cinematográficos.

«Nelson está deificado en Inglaterra, sin embargo, a Blas de Lezo, que hizo lo mismo que Nelson o más, nadie lo conoce. Parece que nos avergonzamos de los logros españoles»

¿Existe algún personaje de la actualidad española que pudiera protagonizar ‘Caminando sobre las aguas’? “No veo épica. Son bastante cutres en general. Lorenzo de Médicis es un personaje multifacético, puede ser absolutamente desagradable pero también le redime su manera de vivir. La premisa de la que parte su razonamiento es ‘Florencia pesa tanto como yo ergo vamos a hacer que Florencia sea el centro del mundo’. Es una visión muy egoísta pero da sus frutos. En una ciudad de 6.000 habitantes nunca ha habido tantos genios por metro cuadrado en la Historia. Gracias a la visión de un hombre. Esa visión no existe ahora mismo; ahora la visión de Bárcenas es llevarse 38 millones a Suiza. Lorenzo esos 38 millones se los queda él, igual que Bárcenas, pero los invierte”. Entonces… ¿hay más individualismo ahora? “Hay mucho cortoplacismo, que es peor”, responde rotundo.

«Estamos hechos de mierda y de plata»

Las narraciones de un pasado en crisis conectan con el presente. ‘Relatividad’ arranca con la pregunta de un presentador de televisión: “¿Son posibles los viajes en el tiempo?”. El viejo que protagoniza la ficción regresa constantemente al pasado, ansía modificar un episodio de su vida y se enreda en el círculo de lo que podría haber sido. “La Historia es lo que es. Hay que sacar conclusiones de lo que ha pasado. La Historia humana es igual que la condición humana. Estamos hechos de mierda y estamos hechos de plata. La vida puede ser sublime o puede ser absolutamente patética. Ése es el día a día de cada uno de nosotros”, sostiene Ignacio del Valle, poco dado a espolear los entresijos de sus relatos. Prefiere filosofar sobre los grandes temas que inundan su obra: el héroe, la violencia y la guerra, el amor como redención, las consecuencias de la política y la búsqueda de la belleza. “Esos temas siempre van a estar en todo lo que yo escriba”.

Ignacio del Valle ha publicado siete novelas. Su obra se dio a conocer con la serie de Arturo Andrade, conformada por ‘Los demonios de Berlín’ (Premio de la Crítica de Asturias), ‘El tiempo de los emperadores extraños’ (llevada al cine por Gerardo Herrero como ‘Silencio en la nieve’ y protagonizada por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez) y ‘El arte de matar dragones’ (Premio Felipe Trigo). El investigador Andrade lleva en barbecho desde 2009. “Dejé de escribir las novelas de Andrade porque me resultaba fácil, no tenía sentido seguir, me estaba aburriendo”, asegura. Y aparece el conflicto, también fuera del cuento. “La base de la creatividad es el conflicto; si no hay contradicción no hay creación. Un territorio no confortable es el mejor territorio para escribir. Si te aburres escribes mal, y entonces estás liquidado como escritor”.

El regreso de Arturo Andrade

Pero la luz se ha vuelto a encender y Andrade volverá a protagonizar una novela de Ignacio del Valle que arrancará a finales de los años 40 en España. “Con él voy a recorrer la Historia de España hasta 1970. Ya estoy con las anotaciones de esta comedia humana castiza que retratará la evolución de los españoles y de España”, anuncia.

¿Crees que algún terreno de la Historia española necesita ser explorado? “Hay muchos terrenos inexplorados entre 1945 y 1970 en España, muchos sitios donde rascar. Tengo localizados puntos ciegos de la Historia. Además, me gusta reivindicar la Historia española. Los británicos siempre han hecho muy bien la aplicación de la propaganda, incluso cuando perdían las batallas. Es parte de su éxito. La bandera británica puedes sacarla tranquilamente por la calle y no pasa nada. La bandera española no. Con la Historia española pasa lo mismo. Nelson está deificado en Inglaterra, sin embargo, a Blas de Lezo, que hizo lo mismo que Nelson o más, nadie lo conoce. Es un héroe español y nadie lo conoce. Parece que nos avergonzamos de los logros españoles. No tengo ni idea del porqué de esta vergüenza. Ves en una película a un inglés defendiendo su nave y todo el mundo aplaude, pero ves a un español y lo llaman facha. Es muy extraño todo”.