Lleva sólo 13 meses al frente de Greenpeace, pero casi toda su carrera la ha dedicado a la organización. Con distintos puestos dentro de su organigrama durante 20 años y sólo un parénteis para ayudar en la génesis de Equo, Rodríguez, astrofísico de formación, es una voz autorizada para hablar sobre los problemas medioambientales que nos acechan.
Hace unos días Greenpeace estrenó una campaña de atención sobre el Polo Norte con muchas caras conocidas prácticamente heladas. ¿Qué se quiere denunciar?
Hemos lanzado una campaña de movilización ciudadana con la que pretendemos crear una cadena virtual en torno al Ártico. La gente llama a un número de teléfono y la da una posición geográfica en el Ártico. Lo que intentamos es hacer presión para que el próximo 15 de septiembre en la Asamblea General de Naciones Unidas se establezca la declaración del Polo Norte como santuario y Patrimonio de la Humanidad, tal y como ocurrió con la Antártida en los años 90. Es una campaña que lo que quiere es evidenciar como las petroleras están entrando a saco en el Ártico, que se está deshelando a consecuencia del cambio climático que han producido ellas. Es inmoral e indecente que se esté permitiendo este tipo de actuaciones. Lo que pretendemos es tanto el Consejo Ártico como Naciones Unidas apuesten por convertir el Polo Norte en un santuario.
¿Cuál es el mayor peligro de la zona polar en este momento?
El propio impacto del cambio climático, que es lo que puede hacer que en cosas de 15 o 20 años se pueda deshelar toda la cubierta de hielo ártica en verano. Esto tiene un efecto claro en las corrientes marinas y afecta a todo el clima mundial. Hay que tener en cuenta que el Ártico es como el aire acondicionado del planeta; si se estropea, se puede notar repercusiones en forma de episodios de sequía, inundaciones, incendios forestales virulentos… sobre todo en las zonas del hemisferio norte de clima templado, como es el caso de España.
«Van a poner en venta el Polo Norte simplemente para garantizar el consumo energético de tres años»
Sin embargo, no es el único. También son un peligro las prospecciones de hidrocarburos.
Claro. En una secuencia muy desafortunada, el Ártico queda con una capa de hielo muy débil y las compañías petrolíferas están intentando, en las zonas donde hay grandes bolsas de gas y petróleo, realizar prospecciones para en un futuro hacer una explotación comercial. El petróleo que hay en el Ártico daría para no más de tres años de consumo mundial. Es decir, van a poner en venta el Polo Norte simplemente para garantizar el consumo energético de tres años, cuando hay otras alternativas mucho más potentes.
A menor escala, las prospecciones también están siendo una amenaza medioambiental en España en los últimos meses.
El peligro sigue ahí. Está habiendo mucha movilización social sobre todo contra las prospecciones que se planean frente a las costas canarias, las que están en el Mar de Alborán y las que se proyectaban en Valencia y que ya se han paralizado; quedan algunas en el Mar Cantábrico. En todas ellas se busca petróleo y el principal responsable es Repsol, en consonancia con alguna otra compañía.

Antes de ser director ejectivo de la ONG, Rodríguez ocupo distintos puestos en Greenpeace durante 20 años. Foto: Alberto di Loli.
Otro foco marcado con el rojo de peligro es Doñana.
Este no tiene que ver con el petróleo pero sí con el gas. Se planteaba que Doñana, la joya de la corona de la naturaleza de este país, se convirtiese en una reserva estratégica de gas, donde se va a extraer gas y luego a inyectarlo para usarla como almacén de gas que venga seguramente de Argelia. Es un despropósito. Este es el único país del mundo donde alguien se plantea convertir un Parque Nacional en una reserva estratégica de gas.
En este caso, además, con ruido político de fondo.
Aquí no tenemos en frente sólo al Gobierno. La Junta de Andalucía todavía no se ha decidido, pero hay que tener en cuenta que en este caso hay relaciones cuanto menos peligrosas, como por ejemplo que Felipe González [ex presidente del Gobierno] sea consejero en Gas Natural, que es la empresa que ha planteado la extracción de gas en Doñana, y hasta diciembre haya sido el presidente del Patronato del Parque Nacional.
«Somos el único país del mundo donde alguien se plantea convertir un Parque Nacional en una reserva estratégica de gas»
En zonas como Castellón se plantea extraer gas de estratos de pizarras. ¿Qué peligro puede generar este modelo de extracción?
Se quiere exprimir al máximo las reservas de gas inyectando agua a presión con compuestos químicos, con un alto riesgo de contaminar acuíferos subterráneos, que son la base de la reserva estratégica de agua del país. Estamos viendo unos movimientos de desesperación hacia la extracción de petróleo y gas a grandes profundidades cuando tenemos un país perfectamente preparado para liderar la gran revolución energética que vendrá de las energías renovables.
¿Todavía es necesario hacer pedagogía sobre las fuentes renovables?
El problema que hay es el de tener la posibilidad de expandir el mensaje, sobre todo a través de los medios de comunicación. En el caso de Canarias, por ejemplo, las bolsas que se quieren explotar darían sólo para el consumo del parque automovilístico durante diez años. Se trata de un gran impacto en unas islas con gran afluencia de turismo, únicamente para disminuir un poco la deuda energética que tiene el país. España está tremendamente preparada para liderar el desarrollo de las energías renovables, a través de las que podría generar también industria y puestos de trabajo.
¿Ha calado demasiado la idea de que las renovables son caras?
Cualquier caso de corrupción en el ámbito energético, producido por una minoría de promotores fundamentalmente de energía fotovoltaica, ha producido un cuestionamiento del coste de las energías renovables. Cuando todos sabemos que el déficit de tarifas no viene determinados por las primas [a las renovables], sino que viene heredado de la época de Aznar y mantenido en la de Zapatero, por una mala interpretación del precio real de la energía. Es necesario hacer una labor pedagógica con la ciudadanía porque todo el mundo tiene claro que las renovables son la solución pero existe la sospecha o la duda de que puede haber algunos sectores que se han extralimitado.

Mario Rodríguez, director de Greenpeace España. Foto: Adrian Tyler.
El cambio de Gobierno hace un año no favoreció a mejorar esta imagen.
El Gobierno tiene una postura muy ideológica, fomentando el petróleo, el ‘fracking’ y los sistemas convencionales que dejan de lado iniciativas como la energía solar, donde España está despuntando junto con Alemania y Dinamarca, liderando el mercado mundial. Es triste que las compañías españolas están liderando proyectos solares en Chile, Estados Unidos, China y Oriente Medio, y no puedan hacerlo en su país. Parece el mundo al revés.
Los tiempos políticos parece que van por la opción de mantener el statu quo.
El Gobierno tiene una concepción muy antigua y obsoleta de lo que es la gestión energética. Han apostado claramente por la energía nuclear y por el petróleo y el gas, pero no se dan cuenta de que en esas fuentes España es totalmente deficitaria. Con renovables seríamos un país que nos autoabasteceríamos y podríamos exportar tecnología y energía. Hemos vuelto muchos años atrás, a un mix energético que satisface a las necesidades de las eléctricas pero no las de la ciudadanía.
¿En qué punto se encuentra el calendario nuclear en España?
La catástrofe de Fukushima ha frenado las expectativas del Gobierno. Evidenciar que en un país altamente cualificado se podía producir una catástrofe como la Chernóbil lo ha parado todo.
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«La nueva Ley de Costas es una amnistía encubierta de todos los desmanes cometidos en los últimos años»br> El buen tiempo ya está aquí y con él se vuelven a evidenciar los graves problemas que tiene el litoral.Con la aprobación de la nueva Ley de Costas habrá barra libre. Es como una legalización encubierta de todas las construcciones ilegales. Esto es una amnistía encubierta de todos los desmanes que se han cometido en los últimos años, lo que significa un paso atrás histórico con respecto a la ley del 88. Lo único que esperamos es que se plantee un recurso de inconstitucionalidad porque contradice varios artículos de la Constitución. No hay que olvidar que los orígenes de la crisis económica están en la especulación inmobiliaria, sobre todo, de gran parte de la costa. Esta reforma ha pillado un poco de improviso a todo el mundo.No estaba en el programa electoral del Partido Popular. Además, el ministro [de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel] Arias Cañete tiene una peligrosa conexión con intereses en sectores de la construcción con personajes como Abel Matutes, [Juan Miguel] Villar-Mir, [Luis] Del Rivero o [Ignacio] López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal. Personas que han compartido trabajo hasta hace poco con el ministro, que de hecho aún tiene acciones en alguna pequeña constructora. Hay una conexión muy estrecha y hasta Abel Matutes, ex ministro de la era Aznar, se permite decir en público que ha trabajado muy estrechamente en la elaboración de esta ley. Aunque la legislación frene los desmanes, luego son los Ayuntamientos y Comunidades quienes tienen las competencias.El problema se da sobre todo con la figura del Convenio Urbanístico, que es lo que hace que la financiación de los Ayuntamientos sea siempre en base a criterios urbanísticos. Hay una mala gestión de las Comunidades Autónomas, que son las que tienen las competencias y no se han encargado de aplicar correctamente la ley. Pero también hay una responsabilidad del Estado, porque los primeros 100 metros de costa, donde hay un montón de irregularidades, son responsabilidad de la demarcación de costas. La mala praxis, la pasividad de estas tres Administraciones y la mala aplicación de la ley anterior es lo que se ha utilizado como excusa para cambiarla, lo cual no deja de ser dantesco. El problema no es de la ley, sino de que se ha aplicado mal. |
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