El ‘Stop Motion’ se mueve

Flippy, Robbie, Naomi, Jessi, Carol, Albert i Motor son los protagonistas de Clay Kids, una serie valenciana de animación que después de cosechar premios en los mejores festivales empieza su andadura por diferentes televisiones del globo. Grandes dosis de ingenio, un extra de paciencia y el tesón de su creador…

El ‘Stop Motion’ se mueve

Flippy, Robbie, Naomi, Jessi, Carol, Albert i Motor son los protagonistas de Clay Kids, una serie valenciana de animación que después de cosechar premios en los mejores festivales empieza su andadura por diferentes televisiones del globo. Grandes dosis de ingenio, un extra de paciencia y el tesón de su creador han sido claves para sacar adelante el proyecto.

Javier Tostado es el creador de la pandilla de 'Clay Kids'. Foto: Clay Animation.

Javier Tostado es el creador de la pandilla de ‘Clay Kids’. Foto: Clay Animation.

Entrar a Clay Animation es como hacerlo en una gran productora de cine pero a pequeña escala. En esta nave de Ribarroja todo es grande y menudo al mismo tiempo. La serie cuenta con dieciséis sets de rodaje y seis cromas que ya quisieran para sí otras sitcoms. Lo bueno es que los protagonistas de Clay Kids no superan los 22 centímetros así que esta producción cabe casi en cualquier espacio.

El valenciano Javier Tostado es el creador de Flippy y sus colegas, 7 adolescentes de 13 años que debutaron en el cine en 2002 junto al actor Willy Toledo con ‘El ladrón navideño’. Entonces eran de plastilina y Tostado quería verlos en acción. Era una pandilla con posibilidades, el corto acumuló galardones y así surgió el germen de lo que hoy es una serie con 26 capítulos, casi 300 minutos de animación, que ya se emite en Brasil y que próximamente lo hará en Israel, Portugal, Finlandia y España. También se negocia con Reino Unido, Alemania, Francia y algunos países de Asia y África.

Clay Kids cuenta las peripecias de unos adolescentes que viven en la gran ciudad, pegados a la tecnología y evidentemente en conflicto con sus progenitores. Se trata de una parodia de la vida moderna que en principio se dirige al público infantil pero que bien puede seducir a un espectro más amplio, sobre todo a aquellos que queden atrapados por la magia del stop motion, una técnica que foto a foto da movimiento a objetos inanimados y que, en el caso de la serie valenciana, deja boquiabierto al espectador pues los Clay Kids patinan, tocan instrumentos y bailan hip hop con un ritmo que hace olvidar que se trata de muñecos.

Truquillos de maestro

Juan Soto, uno de los animadores, dando vida a Jessi. Foto: Clay Animation.

Juan Soto, uno de los animadores, dando vida a Jessi. Foto: Clay Animation.

Con una media de ocho mil fotos por episodio y un equipo internacional de guionistas capaz de idear las situaciones más rocambolescas, llegar a conocer todos los trucos del rodaje sería cuestión de meses, o años, casi tantos como Tostado tiene de experiencia en este campo. Ha vivido el proceso de forma tan intensa que no hace falta ni preguntarle. En cuanto abre las puertas de su casa empieza a explicar:

Aunque nacieron de plastilina, hoy “los personajes tienen esqueleto de acero inoxidable, cuerpo de espuma de látex y cabeza de resina. Estos materiales, además de ser más resistentes, facilitan la manipulación durante el rodaje”. Cada uno tiene 5 “dobles”, es decir, 5 réplicas de cuerpo entero y 4 sólo del torso, que se utilizan para medios y primeros planos. De este modo, se pueden hacer varias tomas simultáneamente. “Cuando se termina un plano, pasan por mantenimiento, es un trasiego continuo”.

 Cada uno de los personajes de Clay Kids tiene su propia maletita con más de 40 tipos de bocas y ojos diferentes.

Aunque la cabeza de resina es rígida, Tostado consigue animarlas con diferentes partes de la cara. Los Clay Kids no tienen cejas, así que su ausencia se suple con los párpados. Dependiendo de la inclinación, el personaje puede expresar enfado, aburrimiento, pena…. Parece sencillo pero hay que tener en cuenta que esos párpados se miden en milímetros. Las bocas también juegan un papel trascendental. Cada personaje tiene su propia maletita con cerca de cuarenta tipos de bocas diferentes. Las hay que expresan tensión, sorpresa o alegría; y las hay de fonemas, que se utilizan para acoplar la intervención de los muñecos al doblaje de los actores de carne y hueso.

Los personajes tienen maletitas con ojos y bocas que se van cambiando para transformar su expresión. Foto: Clay Animation.

Los personajes tienen maletitas con ojos y bocas que se van cambiando para transformar su expresión. Foto: Clay Animation.

El sistema que emplea la productora valenciana es bastante práctico, se pegan con Blu-tack con lo que se cambian muy rápidamente. Por cierto, en el original la pandilla ‘habla’ en inglés y en esa lengua se han ido sincronizando las bocas. Tiene su explicación: “mientras en España estamos acostumbrados a años y años de doblaje y a bocas que no se corresponden con los sonidos que escuchamos, los anglosajones sólo conocen las versiones originales, así que no podrían ver a Albert, por ejemplo, hablando/moviendo la boca en español, les parecería que ‘habla’ mal”.

Con cierta estética grunge, el estilo de la serie huye de la perfección y la limpieza del 3D para acercarse a la rapidez de movimientos y a la expresividad del dibujo 2D. En este sentido, rompe con el stop motion clásico, que resulta bastante estático. Así, en sus capítulos veremos cámara al hombro, zooms e incluso travellings. Para conseguirlo, ha hecho falta un derroche de ingenio que les ha llevado a construir expresamente para la serie un pequeña grúa para la cámara o los fluorescentes, que también han adecuado su tamaño y su potencia a los minisets.

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12 fotos/segundo

11 minutos/capítulo

10 segundos/día

2 capítulos/3 semanas

26 capítulos=1 temporada

Equipo: 80 profesionales

6 guionistas

+10 animadores

+16 modeladores

2,5 millones de €

5 “dobles” (réplicas) por personaje

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La imaginación es poderosa y, pese a que Tostado sigue de cerca la redacción del guión, siempre hace falta construir nuevos elementos para cada capítulo, puede tratarse de un personaje, una máquina, un armario o un ovni. Parece un universo en diminuto creado de cero, pero el realizador nos cuenta sus estrategias para reutilizar objetos del “mundo real”: el césped del parque es una toalla verde, con un plato de plástico y filtros de grifo ha montado un platillo volante, una bombilla hace de farola y a los muñecos los cuece en horno de pizza.

En definitiva, que no sólo hay que saber de animación, el proyecto requiere de múltiples disciplinas, desde las Bellas Artes, a la joyería, pasando por la decoración, la química o el grafiti.

Clay Animation ha llegado a organizar cursos de animación y modelaje para crear una cantera de profesionales que luego han formado parte del equipo durante el rodaje. No hay duda, el stop motion atraviesa un momento dulce, sólo hay que ver que tres de las cinco producciones de animación nominadas a los Oscar 2013 estaban realizadas con esta técnica.

La productora ya busca financiación para una segunda temporada. La primera ha tenido un coste de 2,5 millones de euros y ha contado con la coproducción de Televisión Española. Teniendo en cuenta que el estándar comercial en animación es de 26 capítulos de 30 minutos, Clay Kids, necesitaría 26 más para continuar alimentando el interés de cadenas de tv de todo el mundo. Su participación en la sección oficial de los festivales de animación más importantes del mundo y los galardones la avalan. Ahora sólo falta poder verla aquí en casa.