La escuela de cine de Madrid ha unido sus vidas. Rodrigo Sorogoyen, director y guionista, Isabel Peña, coguionista, el valenciano Borja Soler, productor, y el actor Javier Pereira presentaron en Valencia ‘Stockholm’, una película que, por su enfoque y por la forma de producción, casi cooperativista, insufla aire fresco al cine español.

Los rostros de Rodrigo, Isabel, Borja y Javier, el equipo de ‘Stockholm’, reflejan la satisfacción del trabajo bien hecho. Sus miradas delatan una complicidad sin tapujos. Son jóvenes, emprendedores y saben qué contar y cómo contarlo. Foto: Adrià Lucas González.
El 8 de Noviembre se estrena en las salas ‘Stockholm’, una producción de Caballo Films, cuyo entramado revoluciona la manera de ver las relaciones. Es un relato generacional y una apuesta firme por la honestidad. La película narra la historia de dos jóvenes desconocidos que, una noche cualquiera, y sin saberlo, se unen para cambiar sus vidas para siempre. Un bis a bis entre Javier Pereira y Aura Garrido que recuerda a los films clásicos como ‘La Huella’, de Michael Caine y Laurence Olivier. Rodrigo Sorogoyen presenta un guión bien atado y dos actuaciones rotundas que desencadenan una fluidez en la trama que da vértigo. Y hasta ahí puedo leer.
Rodrigo, Isabel, Borja y Javier están ilusionados. Sus rostros reflejan la satisfacción del trabajo bien hecho. Sus miradas delatan una complicidad sin tapujos. Son jóvenes, emprendedores y saben qué contar y cómo contarlo. No se andan con rodeos. Charlamos con ellos un rato y nos desvelan sus secretos.
Entonces, ¿todos sois productores?
Borja Soler (BS): Me hago productor por necesidad, Creamos una productora, Rodrigo y yo y dos socios más. Se llama Caballo Films. Nos conocemos en la escuela de cine de Madrid y hacemos cosas juntos. Pero realmente yo tiro más hacia la realización, y en verdad somos todos productores a la fuerza para sacar adelante este proyecto.
¿Cómo es eso de trabajar como una cooperativa donde todos arrimáis el hombro a pesar de la crisis?
Rodrigo Sorogoyen (RS): Esta experiencia es muy bonita, hemos tenido mucha suerte, pero también nos hemos juntado gente que hemos sabido hacer las cosas. Hemos congeniado muy bien y es cierto que todos o casi todos ya nos conocíamos de antes. En otras pelis más estándar no ocurre lo mismo. Aquí nos hemos juntado unos amigos y hemos hecho una película. De otra forma no creo que hubiese salido tan bien.
Javier Pereira (JP): Hemos sido una gran familia.
RS: Se necesita tanta implicación y tanta energía que si no hay algo que te une más como el querer que todos salgamos adelante, a parte del amor al cine, pues es difícil de encontrar.
¿Qué parte de masculinidad y feminidad de los guionistas hay en los dos personajes? ¿No asusta un poco todo ese torrente de emociones?
Isabel Peña (IP): No hubo ningún momento de asustarse, yo estoy un poco asustada desde el principio porque ella es un poco yo, y él es un poco él, aunque no sea así al 100%.
¿Ha sido terapéutico?
IP: No
¿Has vivido el proceso como una especie de catarsis?
IP: No ha sido un momento catártico, ha sido un proceso catártico porque, cuando empezamos a escribir los dos, teníamos algo dentro. No hubo un gran momento, sino un proceso.
¿Cómo haces para integrar el guión y sacarle punta con ese cambio de registro en ‘Stockholm’? ¿Cuál es tu secreto?
JP: (entre risas y avergonzado) Secreto poco, pero siempre hay un trabajo previo que es importantísimo. Primero con Rodrigo para charlar sobre el personaje, sin Aura. Llegar a un acuerdo entre todos y luego, ensayando con Aura. Pero para mí es básico el trabajo sobre papel. A mí me ha ayudado mucho ver en cada escena dónde quiere llegar ese personaje, qué quiere conseguir. Eso lleva un trabajo técnico que para mí es necesario. Un buen trabajo de mesa y de ensayos porque una vez que actuas tienes más información a la que recurrir.
¿Qué intensidad de implicación emocional desarrollas con el personaje?
JP: Yo creo que bastante. Buscamos en nosotros mismos qué tenemos de ese personaje, qué hemos hecho alguna vez para conseguir algo, sin entrar a evaluar si es bueno o malo éticamente.
Hablando de moralidad, Rodrigo, ¿crees que el film tiene algo de reproche en la manera que tenemos ahora mismo de abordar las relaciones de manera más superficial o sin compromisos?
RS: Quiero pensar que no, pero es cierto que hemos retratado una realidad, que a todo el mundo le ha pasado. No hemos querido dar ningún discurso de esto es malo o bueno, pero sí hemos intentado contar lo que está ocurriendo. Lo demás depende de la valoración del espectador.
IP: Está ahí y es inevitable, pero en absoluto es el objetivo.
¿Qué hay de vosotros en el personaje masculino que evita a toda costa el compromiso?
RS: Yo creo que vivimos en una sociedad muy machista y eso es consecuencia de ello. Obviamente hay casos que no tiene por qué ocurrir, pero a mí me parece muy interesante, aunque la idea en sí, chico que conquista a chica, sea muy simplista.
Rodrigo, tú que has escrito la mayor parte del guión del personaje masculino ¿qué sientes con respecto a la figura del Don Juan, aquél que conquista a su presa, tal y como has retratado en el film?
RS: (risas) Creo que todo el mundo lo ha hecho y …
JP: (por lo bajini y entre risas) Y pido perdón.
RS: Pido perdón desde aquí Laura… (risas)… Parece esto el psicoanalista.
JP: Yo soy gay así que… (risas)
BS: Bueno, yo voy a ser sincero (risas), sí me identifico, todos hemos vivido alguna parte. Ahora, todo no, pero muchas cosas del personaje sí. En el fondo, no tengo tanta estrategia.
Y tú Isabel, ¿Qué parte reconoces en ti del personaje femenino?
IP: Tengo o tuve, creo, una parte chula de la peli, tanto a estos machos alfa (señalando a sus compañeros) como a mí, o nos ha pasado, o nos lo han contado.
JP: A mí el otro día me hicieron un Stockholm (risas).
RS: Se va a poner de moda decirlo.
«Hemos retratado una realidad que a todo el mundo le ha pasado. No hemos querido dar ningún discurso de esto es malo o bueno»
¿Qué querías retratar con la violencia explícita del personaje masculino de Stockholm?
RS: Para mí o para nosotros en las relaciones sentimentales, sobre todo las de pareja, siempre hay un componente de lucha de poder y de violencia que tiene que salir. Queríamos contar qué pasa cuando das rienda suelta a esa violencia. Lo que más me gusta de la peli es que esta pareja, a pesar de conocerse en una noche, vive por todos los momentos que tiene que vivir, me parece muy universal.
La parte en que se desvela como el hombre vive la ira, la violencia, hacia el exterior, y la mujer la vive hacia dentro, se autolesiona…
RS: A mí es lo que me parece que pasa, es muy mediterráneo y occidental. El hombre que expresa y la mujer que sufre. Puede que haya gente que no le guste oírlo, pero es así. Lo ideal sería ir cambiándolo, buscar el equilibrio en cada uno de nosotros.
¿Cómo ha sido grabar en 12 días la película? ¿Cuál ha sido vuestra rutina diaria?
RS Explícale nuestra estrategia (risas).
JP: Tuvimos la mala suerte de que en abril en Madrid hizo mucho frío. Habían muchas escenas de noche, ya que las jornada de trabajo eran desde las ocho de la tarde a las ocho de la mañana, y pasábamos un frio importante. Pensamos que era primavera y que haría buen tiempo, pero hacía un frío… De hecho, un día hubo que repetir e ir a la misma localización porque las conversaciones por la noche eran largas durante las escenas, y no podíamos ni vocalizar…
RS: …Y encima tenía teatro por las tardes, estaba representando ‘La Gaviota’ de Chejov
y la secuencia de las llaves, de la discusión, que dura 9 minutos de plano secuencia, era la más importante de la jornada y, para mí, de la película. Javier se tenía que ir a las siete al teatro, hicimos otra toma y acabó rojo de la ira, cogió el abrigo y se fue al teatro. Fue la última toma, y fue la que mejor salió. Lo que más me gustó del rodaje fue lo conectados que estábamos todos justo en esa escena.
¿Qué tal la experiencia de grabar con Aura Garrido?
JP: Bien, tuvimos la suerte de trabajar de la misma manera. Los dos nos escuchábamos y nos mirábamos mucho. Eso es lo importante.
Con un papel con tanto flirteo, ¿uno se puede confundir? ¿Puede sentir algo?
JP: No, porque al final estás a tantas cosas… estás pendiente de decir tus 50 frases con una intención, tienes a 20 personas detrás, tienes media hora para que te salga bien. Estás tan centrado en el personaje que no se da pie a nada más. Otra cosa es que fuera de los focos haya química, pero eso es otra historia…
Como ‘Sr. y Sra. Smith’…
JP: (bromeando) Sí, ahora Aura y yo tenemos hijos adoptados, un camboyano. Y ella está cuidándolos ahora en el Norte de África (risas).
«En el cine, tienes una idea, y luego aprovechas los elementos. Nunca la película que acaba era la que tenías en mente»
Cambiando de tercio, hay una escena última preciosa en la terraza en la que se decide ya el final del film, es un encuadre muy onírico con un cielo especialmente nublado. ¿Buscasteís a propósito ese tiempo?
RS: No, ocurrió por casualidad. Ese cielo lo aprovechamos después. En el cine, primero tienes una idea, y luego aprovechas los elementos que vienen. Nunca la película que acaba era la película que tenías en mente.
¿Ha sido mejor de lo que esperabas?
RS: Sí, mucho mejor. La magia del cine es que vas creando con el equipo la película, y siempre supera a la idea original.
¿En qué proyectos andáis metidos ahora?
RS: Pues Isabel yo hemos escrito un guión, y esperamos a ver si lo podemos llevar a cabo. Y seguir con Caballo Films, nuestra productora.
JP: Yo estoy pendiente de estrenar dos pelis, ‘Serie Z’ y ‘Anochece en la India’, y luego estoy haciendo una obra de teatro, ‘Perversiones Sexuales en Chicago’.
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