Empequeñecer tu casa para agrandar tu vida

En EE.UU el movimiento ‘Tiny Houses’ reivindica las viviendas diminutas frente al aumento de tamaño de las residencias norteamericanas actuales. Simplicidad, autosuficiencia y multifuncionalidad son algunos de los ingredientes de un experimento que busca reducir metros cuadrados para aumentar la calidad de vida. Desde los años 70, el tamaño medio…

Empequeñecer tu casa para agrandar tu vida

En EE.UU el movimiento ‘Tiny Houses’ reivindica las viviendas diminutas frente al aumento de tamaño de las residencias norteamericanas actuales. Simplicidad, autosuficiencia y multifuncionalidad son algunos de los ingredientes de un experimento que busca reducir metros cuadrados para aumentar la calidad de vida.

Reducir tu casa expande el mundo en el que vives, unas de las máximas del movimiento.

Reducir tu casa expande el mundo en el que vives, unas de las máximas del movimiento.

Desde los años 70, el tamaño medio de una casa norteamericana casi se ha duplicado, de 165 a los 230 metros cuadrados. Esto también ha supuesto un mayor coste en términos de impuestos, reparaciones, mantenimiento o impacto ambiental.

Pero, sobre todo, ha afectado a la calidad de vida del ciudadano medio. Entre la mitad y un tercio del sueldo de la mayor parte de los estadounidenses se destina únicamente a pagar la casa en la que viven. De ahí que junto a este gigantismo inmobiliario venga aparejado un aumento de horas de trabajo, estrés, riegos para la salud, o créditos del banco, con un 70% de los habitantes endeudados.

Frente a esta tendencia, la propuesta del movimiento ‘Tiny Houses’ (casas diminutas) parece simple: empequeñece tu casa para recuperar tu vida. O lo que es lo mismo, si vivir en casas gigantescas te impide disfrutar de tu tiempo libre y de tu vida, tal vez la alternativa para vivir mejor, sea vivir con menos.

Para rastrear los orígenes de esta iniciativa hay que remontarse a más de una década, con la publicación del libro ‘The not so big house’ por parte de Sarah Susanka. Aunque uno de los primero pioneros sería Jay Shafer, creador de la web Tinylife.com, que desgrana los principios de este movimiento y publica tutoriales para realizar tus propias estructuras a pequeña escala. Su primera construcción data de 1999, con una residencia de poco más de ocho metros cuadrados.

El huracán Katrina y la crisis del 2007 ayudaron a popularizar el movimiento de las casas diminutas

No obstante la expansión al resto del territorio estadounidense tendría que ver con dos hechos fundamentales. En primer lugar, el Huracán Katrina, que popularizó la creación de miniviviendas de 28,6 metros cuadrados para albergar a los afectados. Y la crisis económica originada en el año 2007, que supuso un serio revés para el mercado inmobiliario. Todo ello el caldo de cultivo perfecto para reunir a un grupo de personas que querían comenzar a experimentar con residencias de tamaño reducido, impulsados por una mayor conciencia ambiental, la necesidad de estabilidad financiera, y el objetivo de conseguir más tiempo y libertad.

Funcionales, minimalistas y cucas, así son las minicasas por dentro.

Funcionales, minimalistas y cucas, así son las minicasas por dentro.

El diseño por encima del espacio

Simplicidad, autosuficiencia, minimalismo, felicidad. Esas serían algunas de las premisas asociadas al movimiento de las casas diminutas. Sin embargo hay otras. Para que una residencia sea considerada una ‘Tiny House’ no debe superar los 46 metros cuadrados. Otra característica importante de estas viviendas es que el diseño prima sobre el tamaño, por lo que son muy comunes los muebles multifuncionales y la optimización extrema del espacio.

Como ejemplo está la casa de Christopher Smith y Merete Mueller construida por ellos mismos a las afueras de Boulder, en Colorado. Edificada sobre dos ruedas de tráiler, esta vivienda móvil combina un salón con librería, una cocina, un dormitorio y un baño. Todo ello en poco más de 12 metros cuadrados. La energía proviene de paneles solares instalados en el techo, la calefacción es por propano, similar a la utilizada en los barcos, y dispone también de un baño compost.

Christopher y Merete posan frente a su microvivienda en Colorado.

Christopher y Merete posan frente a su microvivienda en Colorado.

La idea de poder retratar su historia y la de muchos otros les llevó a grabar el documental ‘Tiny’, estrenado a finales de 2013. Con ello pretendían ofrecer una alternativa al “sueño americano”, frente a la corriente actual de doblar el tamaño de las residencias, señalando cómo vivir más pequeño supone también vivir más consciente y, además, mejor.

Existen multitud de vídeos y recursos online al alcance de cualquiera que quiera construir su propia mini-casa. Además de empresas como Faircompanies.com, dedicadas a comercializar este tipo de residencias.

En este sentido, el interés por las casas diminutas se ha extendido a otros países, donde diferentes arquitectos y diseñados se han animado a experimentar con este formato. Por ejemplo, en Japón, donde hay graves problemas de espacio, con la construcción ‘Catch the sky’ en Tokyo. Pero también en Inglaterra, donde Abito ha edificado apartamentos de 32,8 metros cuadrados; o en Barcelona, con la ‘Casa en una maleta’ de Eva Prats y Ricardo Flores.

Su extensión sigue siendo limitada. Existen sólo alrededor de 2.600 casas de este tipo en EE.UU

Sin embargo el impacto en la población general, por lo menos en EE.UU, sigue siendo muy limitado. Prima el gigantismo. Hoy en día, sólo un uno por ciento de los norteamericanos adquiere una casa de menos de 92 metros cuadrados. Según un estudio de la plataforma TheTinyLife.com, en todo el país existen unas 2.600 casas diminutas. Aunque una gran parte no se utilizan como residencia principal, sino como añadido a la casa.

Thoureau ha vuelto

El uso de estas viviendas como segundas residencias o añadidos es una de las principales quejas al movimiento. Visto así, las mini-casas podrían provocar efectos contrarios a los deseados, como una mayor desarrollo del suelo urbanizable, y con ello un mayor impacto ambiental. Por otra parte, muchos vecinos miran con desconfianza estas edificaciones, pensando que pueden provocar una caída del valor de su propiedad. Además de que conduciría a una mayor densidad de población. Puede darse el caso, incluso, de una subida de precios motivada por el aumento de impuestos y la codicia de los agentes inmobiliarios. Así, el panorama final sería justo el contrario al esperado, ya que las personas tendrían que convivir con las deudas actuales y, además, en casas más pequeñas.

Una de las ventajas de este tipo de viviendas es que uno puede llevárselas a donde quiera.

Una de las ventajas de este tipo de viviendas es que uno puede llevárselas a donde quiera.

No obstante, la principal barrera para este movimiento siguen siendo la limitación de acceso al crédito, y las leyes de suelo. Hoy en día la mayor parte de los condados norteamericanos limitan cualquier construcción habitable a, al menos, 55 metros cuadrados. De ahí que algunas de estas microviviendas se construyan sobre tráilers, lo que les confiere el estatus de casas móviles. Lo que permite, además, poder establecerse donde uno desee.

Todas estas características han hecho que sean muchos los que vean un resurgimiento del espíritu de Henry Thoureau en esta iniciativa. Sobre todo en la máxima de simplificar la vida. Siguiendo al autor de ‘Walden’, todo lo que se necesita es una cama, un techo, y una mesa. Pero lo que más interesa es el carácter experimental del movimiento, y su énfasis en tratar de estudiar cómo el espacio habitable moldea el carácter de una persona, limitando o expandiendo su propio mundo.

Además, muchos de sus precursores plantean que lo interesante de la idea, más allá de tener una casa más o menos pequeña, es la de plantear una alternativa. Una manera de vivir más ligada a la estabilidad financiera, la conciencia ambiental, y disfrutar del tiempo libre. Es ahí, insisten, donde reside el principal logro del movimiento.