Mucho más que soplar una vela
Cuando antes de ser padre me hablaban de los cursos de preparación al parto, me venía a la cabeza la imagen de un grupo de embarazadas soplando una velita sin apagarla. Sin embargo, tropezar con Antonio me abrió los ojos a todo un mundo que desconocía. La filosofía con la que imparte los cursos en su clínica de Alicante es sencilla pero innovadora a la vez: «Creo que se debe trabajar desde el respeto absoluto a madres y padres. La gente es inteligente y cuando tú les das un consejo quieren saber el porqué. Si yo te justifico correctamente lo que te estoy aconsejando tú interiorizarás mejor ese consejo y lo harás tuyo. O por el contrario, sino estás de acuerdo, tendrás información suficiente para justificar tu decisión».
En definitiva, la información es la mejor arma para hacer frente a cualquier reto. Y quizá por este motivo su profesión y la nuestra tienen algo en común. Pasión por saber, entender y explicar las cosas: «Aunque me encanta la docencia, creo que en mi caso juego con ventaja. La gente que viene a mis clases se encuentra atravesando un momento muy especial y vienen con muchísimo interés, con lo que están extremadamente receptivos. Y esto facilita mucho todo». No puedo estar más de acuerdo.
Todavía llama la atención oír hablar de un comadrón.
Es cierto que este es un mundo de mujeres. La matronería ha sido tradicionalmente una profesión femenina, pero, poco a poco, está comenzando a abrirse a los hombres y me he sentido estupendamente bien acogido en la profesión. Tanto por las compañeras como por las pacientes. Creo que la gente es inteligente y lo que buscan es un buen profesional, independientemente de que este sea hombre o mujer. A principios del siglo XX se diferenciaba entre enfermeras, que solían ser mujeres y practicantes, que eran los hombres. Posteriormente comenzó a regularse la profesión y apareció la figura del ATS. Sin embargo cuando se creó la carrera universitaria de enfermería empezó a equipararse el trabajo y los hombres cada vez más fueron accediendo a esta profesión.
¿Y qué es lo que hace un comadrón exactamente?
El trabajo de un matrón o comadrón no acaba con la gestación, sino que se encarga de la asistencia a la mujer y la familia en todo su desarrollo biológico, desde la adolescencia hasta la menopausia, y por supuesto durante la gestación y el parto. El médico es, por así decirlo, el patólogo, el que diagnostica los problemas y los trata. El enfermero lo que hace es cuidar del paciente.
Hablamos de pacientes, pero imagino que desde el sentido positivo de la palabra.
Por supuesto. Una mujer embarazada no está enferma, sino todo lo contrario. Yo considero que el embarazo es el paradigma y la expresión máxima de la salud y, siempre que se trate de una gestación de curso normal, no hay ningún motivo para ponerle límites a una embarazada dentro del sentido común. Una embarazada puede llevar una vida laboralmente activa, sexualmente activa, socialmente activa…es un momento más de su ciclo vital. Es algo perfectamente natural y debe tratarse como tal. El ser humano tiene dos grandes evoluciones, la biológica y la cultural. Y la cultural ha sido mucho más agresiva que la biológica. En tan solo unas décadas hemos dejado de estar hasta la semana 40 de gestación con la azada labrando campos, a estar siete horas frente a un ordenador, otra hora de coche y dos de televisión. Esto ha provocado el paso de una vida físicamente activa durante el embarazo a una vida extremadamente sedentaria y tiene sus implicaciones en el parto, ya que provoca que el cuello uterino muchas veces llegue sin la suficiente maduración lo que complica las cosas.
La mayoría de los animales vienen al mundo sin más. ¿Por qué el ser humano necesita ayuda para nacer?
El ser humano tiene uno de los partos más complicados de todas las especies de mamíferos placentados. Esto ocurre por dos motivos. En primer lugar, por ser bípedos y, en segundo lugar, por el hecho de ser más inteligentes. Puesto que la inteligencia implica una gran encefalización (cabeza grande), y el canal pélvico es más estrecho al ser una especie bípeda. Esto no quiere decir que el ser humano no pueda parir sin ayuda como cualquier especie, pero lo que se busca es reducir las complicaciones. En el último siglo se ha reducido drásticamente la tasa de mortalidad perinatal pasando de alrededor de un 6% a una sola pérdida por cada 3.360 gestaciones.
¿Qué opinas de los padres y madres hiper-documentados?
Hoy en día tenemos a nuestro alcance una cantidad de información inmensa, sobre todo a través de Internet. Es muy común el caso de la persona que llega a Maternum asustada porque ha leído algo en internet y piensa que su embarazo corre peligro. Pero cuando se trata de temas de salud hay que tener una gran experiencia para saber discernir entre toda esa información, y aquí es donde entra una de nuestras misiones principales como profesionales de la salud.
Y a pesar de esto, también existe mucho mito y falta de información.
El problema radica en que la maternidad es algo oculto a la vista y se crea una especie de halo de misterio alrededor. Si fuera visible no habría tabúes. Al desarrollarse el feto en el útero, está oculto y, por eso, se crea toda una mitología y una creencia popular alrededor de ella. Además, en este ámbito todos tendemos a sacar al ginecólogo que llevamos dentro y nos creemos con autoridad para aconsejar. El hecho de haber sido madre o padre no te convierte en médico o comadrón. Para eso es necesaria muchísima experiencia y estudio ya que estamos hablando de la salud de las personas.
Cuando uno empieza a introducirse en este mundillo, se descubre que alrededor del embarazo y la lactancia también existen muchas polémicas e incluso fundamentalismos.
Como en cualquier ámbito de la vida los fundamentalismos no son buenos. Es muy común que en temas como la lactancia materna se tienda a actuar de esta manera. Indudablemente, lo mejor que se le puede dar como alimento a un recién nacido es la leche materna y, además, el hecho de dar el pecho tiene muchas consecuencias beneficiosas para la salud de la madre. Pero yo creo que debemos ser coherentes. En la vida hay muchas esferas: social, familiar, laboral… A partir del parto la maternidad-paternidad se convierte en la esfera principal para los padres, pero no significa que haya que obviar el resto de ámbitos. Y es aquí donde entra la opción de la lactancia artificial. Si la mujer decide dar el pecho, debemos apoyarla, orientarla y ayudarla a que pueda llevarlo a cabo en las condiciones mas favorables. Si por el contrario opta por la lactancia artificial, hay que respetarla igualmente y no estar continuamente machacándola. El caso más frecuente es el de aquella mujer trabajadora que es autónoma y no puede permitirse estar cuatro meses de baja, porque de su trabajo depende la subsistencia familiar, y que se reincorpora de inmediato a su vida laboral a los pocos días de haber dado a luz. Tenemos que ser conscientes de las características de la sociedad en que vivimos e intentar adaptarnos a ella. Es una cuestión de la filosofía de cada mujer y de la forma en que ha decidido vivir su maternidad, y por eso debe respetarse sin caer en el fanatismo.
Por tu centro de Alicante pasan al año cientos de madres. ¿Qué hay de los padres?
El papel del padre ha evolucionado de una manera asombrosa en los últimos 50 años. Los hombres por fin nos hemos tirado a la piscina y la paternidad cada vez más es algo mutuo y compartido. Nos hemos empezado a involucrar en la educación, en el cuidado, en la alimentación… cada vez hay más padres que acompañan a sus mujeres a los cursos, que preguntan y se interesan. Además, como tradicionalmente los hombres hemos vivido un poco ajenos a todo cuanto se refiere al proceso de la maternidad, en cuanto nos dan la oportunidad de saber, agradecemos mucho esta información y nos embebemos de ella. Ahora, cada vez más, somos padres de verdad. Sin embargo, también hay una parte negativa en todo esto, ya que hemos pasado del padre autoritario que educaba a golpe de bofetón, al padre sobre-protector que no corrige nunca a sus hijos por miedo a causarles un trauma. Como he dicho, creo que ningún extremo es bueno.
Hoy en día el modelo de familia está cambiando.
Por supuesto, en los cursos me encuentro con familias de todo tipo. Sin ir más lejos hay familias que hacen solo la parte teórica del curso porque únicamente les interesa lo que tiene que ver con los cuidados del lactante. Por ejemplo, aquellos que van a adoptar un niño o han optado por un vientre de alquiler, que aunque es ilegal en España, se han ido a hacerlo en alguno de los países en los que sí está permitido. También vienen parejas homosexuales, familias monoparentales… el abanico es cada vez más amplio.
¿Existe algún tipo de diferencia a la hora de afrontar la maternidad-paternidad en función del tipo de familia?
En absoluto. O por lo menos yo no la he detectado. Todas las familias, sean del tipo que sean, saben perfectamente qué necesita su hijo y se lo aportan. Da igual que sea una familia clásica, que una mujer sola, que dos hombres… todos ellos van a poder cubrir perfectamente las necesidades del niño, tanto afectivas, como educativas o de salud.
¿Cuál es la clave para un buen embarazo?
El secreto de un buen embarazo es estar feliz e intentar disfrutarlo. Tener una actitud vital y activa hace mucho. Y por supuesto una vida saludable, ejercicio moderado y una dieta equilibrada.
¿Y eso que dicen de que hay que comer por dos?
En absoluto. Ese es otro de esos mitos a los que nos referíamos sobre el embarazo. Hay que llevar una dieta acorde a las necesidades de nuestra nueva condición, no atiborrarse.
La maternidad no es algo únicamente biológico.
La maternidad lo engloba todo. Implica los aspectos biológicos, culturales, sociales, e incluso políticos… no hay que olvidar que, cuando una mujer se queda embarazada, no solo está satisfaciendo su deseo particular de ser madre, también está cumpliendo una función importantísima a la sociedad aportando un nuevo individuo a la comunidad. Y yendo más allá, podríamos añadir que los niños de hoy son los que cotizarán en el mañana. Así que siendo coherentes la sociedad está obligada a facilitar la maternidad, por ejemplo con leyes que permitan conciliar la vida laboral y familia. Nuestra pirámide de población está cada día más invertida y, si los políticos no actúan, estamos destinados a ser el asilo de Europa.
Y además cada vez tenemos los hijos con más edad.
El momento de mayor plenitud reproductiva para la mujer, biológicamente hablando, serían en torno a los veintipocos años. Sin embargo, hoy en día la edad media a la que las mujeres están empezando a tener hijos ronda los 30 años. Según los libros de obstetricia, tener el primer embarazo a partir de los 30 años es un factor de riesgo. Sin embargo, mi experiencia me dice que esto no es así. Por supuesto, que una chica de 20 años en plena explosión biológica tendrá menos problemas para desarrollar un embarazo normal, pero la madurez psicológica de una mujer de 38 años, su sensatez y su seneridad a la hora de afrontar su embarazo, compensa con creces las posibles desventajas de ser madre a edades más avanzadas.
Los abuelos también aportan su granito de arena.
A día de hoy los abuelos se han convertido en vitales para la familia. Yo siempre he opinado que la generación de los que ahora son abuelos son los grandes engañados. Ellos cuidaron de sus padres, han cuidado de sus hijos y ahora además cuidan de sus nietos… ¿Y quién cuida de ellos? Los nietos dan mucha alegría a los abuelos, pero cuando cuidar de ellos se vuelve una obligación, puede convertirse en una situación injusta hacia ellos. Las parejas hoy en día suelen estar obligados a trabajar ambos fuera de casa. Y tienen dos opciones para confiar el cuidado de sus hijos, o bien una institución externa o bien una institución interna, que es la familia. Y esta segunda opción suele ser la que gana ya que, además de ser la más económica, es la que genera un mayor grado de confianza. En nuestro país además, tenemos muy interiorizado el concepto de familia y nos resulta muy difícil confiar a extraños el cuidado de nuestros seres queridos.
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