Quedamos para hablar con él a las mismas puertas del Santuario de Animales Nuevo Arca de Noé, situado a las afueras de Alicante. Antes de empezar la entrevista, Raúl nos lleva a dar una vuelta por las instalaciones. A simple vista no parece más que una pequeña vivienda rodeada de un jardín y varios patios. Sin embargo, dentro de sus muros conviven más de un centenar de animales salvajes que han sido víctimas de las historias más desgarradoras y crueles. «¿Ves ese León? Lo tenían dentro de una discoteca en Valencia y lo utilizaban para que la gente se hiciera fotos. Las luces y la música a todo volumen han hecho que ahora esté ciego y sordo». Al animal se le ve tranquilo y sereno. Posiblemente, ahora se siente a salvo. Justo en el recinto contiguo, un grupo de monos empieza a moverse nervioso al vernos. «A estos monos los rescatamos de un laboratorio. Pensaban partirles la columna vertebral para probar terapias contra la parálisis». Cada paso que damos aparecen nuevos animales y, amarrada a cada uno de ellos, una nueva historia de abandonos y maltratos.
¿La historia de este centro está ligada a la del antiguo Arca de Noé de Benimantell?
Así es. En el año 2007 me llamó Serafín, pidiéndome ayuda. Se había quedado sin medios ni ingresos para mantener el centro. Además, estaba pasando un momento de salud muy delicado y no se veía con fuerzas de sacar adelante el centro él solo. Nuestra primera idea fue la de intentar reubicar a todos los animales que él cuidaba en diferentes parques o reservas de toda Europa donde pudieran acogerlos. Conseguimos dar salida a muchísimos: los osos se enviaron a Alemania, los chimpancés a Holanda… Sin embargo, aunque pudimos salvar a muchos, nos dimos cuenta de que había otros animales a los que no quería nadie. Esto nos llevó a constatar una triste realidad, que en España no existía ningún centro dedicado al rescate de especies de todo tipo. Y nos motivó a crear nuestro propio centro en Alicante. Hicimos la propuesta de reconvertir la antigua perrera municipal en un centro de rescate de especies y continuar nosotros de esta manera la labor que ya se venía haciendo en el antiguo Arca de Noé de Benimantell. Sin embargo, la mayor sorpresa que nos llevamos fue que, nada más comenzar esta nueva andadura, no dejaron de llegarnos nuevas peticiones de ayuda a todo tipo de animales.
Y esto, ¿cómo se financia?
Hace tres años que ya no recibimos ningún tipo de ayuda oficial. El Ayuntamiento [de Alicante] nos cedió el uso del espacio pero tuvimos que ingresarles una fianza de 20.000 euros. Además, las obras de acondicionamiento, el mantenimiento de las instalaciones, el personal y, sobre todo, mantener, cuidar y alimentar a los animales, corre de nuestra cuenta. Aquí, a día de hoy, viven más de cien animales diferentes y solo en alimentación nos gastamos alrededor de 3.000 euros mensuales. Para que te hagas una idea, piensa que solo cada león o cada tigre se come siete u ocho pollos diarios. Todo se sufraga de manera particular, a través de la fundación y de aportaciones de clínicas veterinarias, donaciones particulares…
Sin embargo, si el Ayuntamiento o el Seprona encuentran un animal os lo llevan a vosotros.
Así es. Y no se le cobra nada a nadie. De hecho, la mayoría de animales que recibimos los trae la Guardia Civil, porque casi todos ellos provienen del tráfico ilegal de especies.
¿Qué hacéis con ellos?
El centro funciona de manera que todo aquel animal que se pueda reubicar salga rápidamente de aquí. El año pasado, por ejemplo, recogimos dos cachorros de león y pudimos reubicarlos en una reserva de Sudáfrica. Cuando son pequeños es mucho más fácil. Se les enseña a adaptarse a su nuevo hábitat y en la mayoría de casos se consigue con éxito. Sin embargo, cuando son adultos es imposible devolverlos a su medio. Le han perdido el miedo al ser humano y eso les hace extremadamente vulnerables.
Me llama la atención que tan solo en una provincia como Alicante haya tanto movimiento alrededor de los animales salvajes
Seguro que Alicante es la provincia de España donde existe más movimiento relacionado con los animales. Desde centros y asociaciones, hasta núcleos zoológicos de todo tipo. Además de nuestro centro de rescate, en Villena existe el Santuario Prima Domus para grandes primates, así como un montón de parques de animales, safaris, etcétera. En estos momentos Alicante es uno de los lugares más avanzados en cuanto a centros y sensibilización en la recuperación de animales abandonados. Sin embargo, la falta de compromiso por parte de las instituciones está poniendo en peligro todo lo que se ha conseguido hasta ahora y no lo sabremos valorar hasta que se haya perdido definitivamente.
¿Es bueno entonces que existan parques zoológicos?
Los parques zoológicos han sufrido una transformación para bien, ya que ahora se prima la vertiente conservacionista y educativa. Desde el año 2003 se han ido transformando en centros de conservación, a raíz de un importante cambio en la legislación europea. Si hablamos del antiguo concepto de zoo como tal, ahora no debería de existir ya ninguno. Hoy en día un parque zoológico no debería de ser un negocio, sino una empresa social. De hecho, la ley les obliga a estar respaldados por una fundación. De manera que el sentido que tiene un zoológico es, por un lado, desarrollar programas para la protección de los animales a través de esa fundación y, por otro lado, deben estar desarrollando en su propio centro otra serie de acciones destinadas a proteger a los animales. Por ejemplo, el Río Safari de Elche participa en un programa de conservación del orangután, un animal que en diez años habrá desaparecido, con lo que cualquier programa que ayude a preservarlo es muy importante.
¿Un elefante puede ser feliz viviendo en un zoo?
Desde mi punto de vista un elefante o cualquier otro animal salvaje nunca va a ser feliz encerrado. Lo que ocurre es que la gran mayoría de estos animales han nacido ya en un parque y son incapaces de vivir en libertad, por lo que en este tipo de instalaciones se intenta que vivan en el mejor entorno posible. De todas maneras, lo ideal sería que llegara un momento en que no fueran necesarios este tipo de parques y solo se utilizaran para proteger y reintroducir especies amenazadas. Todos los animales que ves aquí son los que han corrido peor suerte. Por eso estas instalaciones son como un santuario para ellos. Nuestros grandes logros son aquellos animales que no verás aquí porque ya hemos conseguido reubicarlos. Por ejemplo, un hipopótamo que abandonó un circo en Valencia y lo pudimos enviar a Italia, o un oso que encontraron atado a una farola en Cárcer y lo mandamos a una reserva.
¿Un circo puede abandonar a un hipopótamo impunemente?
Desde el momento que aparece el animal sabemos de qué circo proviene, pero cuando investigas quién es su responsable encuentras que tiene su sede social en Qatar y que allí depende de una serie de sociedades pantalla donde le pierdes el rastro. Conseguir una responsabilidad penal en este tipo de casos sería costosísimo y casi imposible.
¿Y si fueran particulares?
Lamentablemente en este país hay ley solo para el que la cumple. En todos estos años he visto barbaridades de todo tipo. Hace poco intervinieron a una mujer en Torrevieja que tenía un mono dentro de la jaula de un loro. Le impusieron una multa de 5.000 euros, se declaró insolvente, no pagó, y ahí quedó todo. O, por ejemplo, la plaga de cerdos vietnamitas en Alicante.
¿Tenemos realmente un problema con los animales exóticos en Alicante?
Para que te hagas una idea, la Conselleria de Medio Ambiente colocó hace un tiempo cámaras de vídeo en los parques naturales para estudiar la fauna que hay en ellos y empezó a captar imágenes surrealistas como coatís paseando por el monte, familias de mapaches, tortugas de Florida… Todos estos animales están desplazando a las especies autóctonas y pueden hacerlas desaparecer.
¿Qué especie es la que más problemas está causando?
Al margen de los perros y gatos que se abandonan diariamente, el mayor problema lo tenemos en estos momentos con los cerdos vietnamitas. Ahora mismo hay cerdos vietnamitas viviendo en libertad en toda la provincia de Alicante. De hecho ya se están encontrando en nuestros montes híbridos entre el cerdo vietnamita y el jabalí, y esto puede provocar que en unos años el jabalí autóctono deje de existir.
¿No hay un control en la venta? ¿Yo puedo comprar un cerdo vietnamita así como así?
Claro. No hay ninguna ley que te impida comprarte un cerdo vietnamita. El problema es que la legislación suele llegar cuando el problema ya se ha extendido. Hasta hace unos años era legal comprar y vender mapaches, coatís o tortugas de Florida. Pero la prohibición llegó tarde.
¿Y si hablamos de tráfico ilegal?
Respecto al tráfico ilegal con lo que más nos estamos encontrando son loros, guacamayos, serpientes y, sobre todo, monos de Gibraltar. En el ferry de Orán que atraca en Alicante entran todas las semanas animales ilegalmente. El problema es que es muy difícil localizarlos. El tráfico ilegal de especies es el segundo negocio ilegal que más dinero mueve en el mundo y las autoridades parecen no darle importancia.
¿Tanto compensa traficar con animales?
Las ganancias que reciben los traficantes son brutales. Por ponerte un ejemplo: a los monos de Gibraltar los traen aquí recién nacidos metidos en calcetines dentro de una mochila. Los compran en origen a tres euros y aquí los venden a 3.000. Nosotros hemos llegado a interceptar una mochila con 100 crías de monos dentro. De ellos, 90 habían muerto por asfixia durante el traslado y, sin embargo, para el traficante aún así habría sido un negocio redondo que le habría hecho ganar 30.000 euros por los diez monos que sobrevivieron.
Parecen animales destinados a sufrir siempre
Con el tráfico ilegal el animal sufre desde el primer momento. Los capturan de noche, recién nacidos y los arrancan de sus madres. En el traslado muchos de ellos mueren y al llegar aquí están obligados a vivir en unas condiciones que nada tienen que ver con su hábitat natural.
Se ha hablado mucho del Toro de la Vega pero, ¿en la Comunitat también se maltratan animales en fiestas?
Por supuesto. Aquí se maltrata animales en muchos festejos. Hay muchas variantes del maltrato, y por eso tendemos a fijarnos solo en lo más salvaje. Antes era la cabra que lanzaban de un campanario y se acabó prohibiendo. Ahora es el Toro de La Vega y cuando lo prohiban se pondrá la atención en otras fiestas… Es un proceso que va poco a poco. Hay que tener en cuenta que cuando estamos hablando de una fiesta comienzan a pasar cosas que no se controlan. Aunque no se le mate, muchas veces el animal está sufriendo. Y no hablo solo del toro embolado, que es una barbaridad. En cualquier fiesta con toros se provoca al animal para que se ponga nervioso y ataque o para que caiga al agua. Tirar al agua a un toro es maltratarlo.
¿De dónde viene ese gusto por divertirse a costa de un animal?
Muchos de estos comportamientos forman parte de unas costumbres sociales, pero cuando además se convierten en una fiesta es muy difícil erradicarlos. Si tú antes matabas a un cerdo en tu casa para comer y ahora la ley te exige llevarlo a un matadero para que el animal muera en mejores condiciones, pues lo haces y no pasa nada. Sin embargo, cuando esa matanza se convierte en un divertimento, la cosa cambia.
Hace poco Frank Cuesta y tú os declarasteis en contra de un programa de televisión en el que se hacía actuar a animales.
Hay varios motivos. En primer lugar porque la imagen que se está mostrando del animal es totalmente contraproducente si lo que queremos es educar a la población en la protección y el respeto a los animales. Por otro lado, mientras el animal está actuando está sufriendo un maltrato continuo, ya que no está comportándose de acuerdo con su instinto natural. Y sobre todo, lo más importante: el entrenamiento que hay detrás para conseguir que el animal haga esas cosas. Un oso para llegar a hacer esas cosas ha debido someterse a un proceso de preparación en el que, entre otras cosas, comienzan quitándole su instinto a base de golpes y castigos. A un perro se le puede educar con premios pero a la mayoría de estos animales se les ha entrenado con castigos.
Con el cambio de gobierno se ha puesto sobre la mesa la propuesta de hacer de Alicante una ciudad sin toros.
Yo creo que las corridas se acabarán en Alicante porque la gente dejará de ir a los toros. Si antes de que esto pase llega una prohibición, pues mejor. Quizá en otras comunidades será más difícil porque la tradición está más arraigada pero, si no se prohíben, estoy convencido de que con el tiempo en Alicante la gente dejará de ir a los toros simplemente porque no querrán.
Es decir, por un cambio de mentalidad.
Claro. De la misma manera que a mí me gustaría que la gente no maltratara animales, no porque esté prohibido, sino porque ellos mismos estén convencidos de que es algo malo.
Sin embargo, ser animalista se ve en ocasiones como algo despectivo.
Para mi animalistas son aquellos que quieren la protección de los animales. Cualquier idea política que vaya anexionada a eso lo mancha. El animalismo no es radical, ni es monopolio de la gente joven. Se trata de querer protegerlos y garantizar una convivencia digna entre personas y animales.
¿Para ser animalista entonces habría que ser vegetariano?
Eso sería simplificar mucho las cosas. El hecho en sí no radica en comer carne o no. Se trata de conseguir que, cuando un animal muera para servirnos de alimento, lo haga sin sufrimiento y después de haber llevado una vida digna. Yo me considero una persona razonable y siempre confío en que va a haber soluciones adecuadas a cada problema. Aquí en el centro, por ejemplo, yo no puedo hacer que este león coma lechuga, pero sí puedo darle de comer carne sacrificada en condiciones y sin sufrimiento. De hecho a las serpientes, que por su naturaleza solo comen animales vivos, les caliento ratones que me envían de un matadero con agua caliente antes de dárselos y los muevo con un palito para que los acepten y así no tener que alimentarlas con ratones vivos. La clave está en ser sensato y consciente de que se avanza poco a poco con pequeños gestos. El gran peligro para el animalismo es que se radicalice. Porque la mejor forma de acabar con algo es radicalizándolo.
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