Maternidad expatriada

¿Cómo se dice pañal, biberón o calostro en francés, portugués o alemán? No suelen ser éstas las palabras que uno aprende cuando estudia idiomas, pero sí con las que una mujer puede llegar a toparse si vive su embarazo en el extranjero. Varias madres cuentan las aventuras y desventuras durante…

Maternidad expatriada

¿Cómo se dice pañal, biberón o calostro en francés, portugués o alemán? No suelen ser éstas las palabras que uno aprende cuando estudia idiomas, pero sí con las que una mujer puede llegar a toparse si vive su embarazo en el extranjero. Varias madres cuentan las aventuras y desventuras durante su ‘estado de buena esperanza’, lejos de España.

Martín, junto a su padre.

Martín, junto a su padre.

Martín, de año y medio, rechista cuando su padre intenta enseñarle lo que es un ‘ente’. «¡No!», le rectifica, «¡pato!». El pequeño, de padre alemán y madre española, está en esa fase de mezclar ambos idiomas. Más o menos la misma experiencia lingüística que tuvo Aitana, la mamá. Con 29 años vivió su embarazo en Francia, para más tarde añadirle emoción a su maternidad expatriada teniendo a la criatura en Alemania, donde se trasladó sólo seis semanas antes de dar a luz. Ahora vive en España, pero no sabe si pronto volverá a marcharse.

Como Aitana en su día, Ana, Isabel y Pau son parte de las 928.402 mujeres españolas que residen en el extranjero, según los datos del último Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, de enero de 2012. Todas ellas dejaron su país por amor y trabajo, el orden de los factores no alteró el producto. Para éstas, la experiencia de ser madres fuera de casa, pese a los temores lógicos por ser primerizas, no fue algo dramático.

«Tenía mucha confianza en mi médico y varias amigas tenían ya niños pequeños en ese momento. Me lo tomé con mucha calma. Pensaba: si hay algún problema, ya me avisará alguien», recuerda Ana, de 31 años, cuando supo que Luis nacería en Bélgica.

Partos menos medicalizados

España, Portugal, Bélgica, Francia, Alemania o Suiza. Cada país tiene un sistema sanitario que les diferencia entre sí en algunos aspectos. Isabel, enfermera de 38 años y residente en Berna, ya ha tenido a su segundo hijo, Javier. Tres años antes había llegado Mar.

«En Suiza, el seguimiento durante el embarazo es más relajado que en España, con menos pruebas. En un embarazo normal sólo te hacen tres ecografías y nada de amniocentesis, en parte porque lo consideran innecesario y por los riesgos», comenta. El parto también tiene sus diferencias, «es mucho más personalizado. Todo ocurre en una sala con bañera, cuerdas colgadas del techo, silla maya, balón de goma, cama… Para poder elegir según vaya trascurriendo el nacimiento». Su seguro médico es el más básico que hay, afirma.

Mar, recién nacida en Berna (Suiza).

Mar, recién nacida en Berna (Suiza).

Precisamente, Pau no encontró en Portugal esa atención tan dedicada y ya ha previsto tener a su primer niño en España, con su ginecólogo de siempre y en casa. En las clases de preparación al parto, a las que va acompañada por su pareja española, Luis, empezó a notar también algunas diferencias culturales entre ambos países. «En Portugal la lactancia no es algo demasiado corriente». Según le comentó su ‘parteira’ (matrona), hace 30 años se decía que era mejor dar biberón con fórmula a los bebés, así que pocas mujeres dieron el pecho. «Ahora, las hijas de aquellas madres no tienen muy claro qué hacer. Una compañera del curso», recuerda sonriendo, «llegó a decir: ‘¿Ah, pero si aprietas un pecho, sale leche?’. A lo que la matrona respondió: ‘Vaya, vodka ya te digo yo que no'».

Pagar más por ¿una mejor atención?

En Alemania vive actualmente la creadora del blog ‘Una Mamá Española en Alemania‘, concretamente en «Mierdapueblo”, como ella dice. Desde allí escribe sus post en clave de humor, acercando su experiencia a otras madres expatriadas, para las que es un referente. Se describe a ‘ich misma’ como «madre de tres ‘polluelen’ divinos y agotadores».

Se trasladó allí para terminar sus estudios de Filosofía y Teología Protestante y a los 24 años tenía con su ‘maromen’ a su primer hijo, al que le seguirían más tarde dos pequeños más. «En Alemania, los partos están mucho menos medicalizados», comenta. «Por lo demás, el sistema es bastante clasista: no hay seguridad social, así que te atienden según el tipo de seguro médico que tengas contratado, y son carísimos. Esto puede llevarte a pagar tú misma pruebas básicas como una ecografía (40 euros), la prueba de la toxoplasmosis (35 euros) o un test de glucosa (20 euros), además del copago sanitario y el seguro».

«En Alemania, los partos están mucho menos medicalizados», comenta la creadora del blog ‘Una Mamá Española en Alemania’. «Por lo demás, el sistema es bastante clasista»

En Francia, explica Aitana, es un ginecólogo privado el que te hace el seguimiento del embarazo. Cada mes, pagas la factura y, a los pocos días, la Seguridad Social te la reembolsa casi íntegra. Hay tres ‘ecos’ obligatorias como en España, pero al ser tu médico privado puedes pedirle que te haga una cada mes, también cubierta por la Seguridad Social».

Tanto Aitana como Ana, Isabel y esta bloguera, a la que le gusta permanecer en el anonimato, coinciden en que la maternidad se vive de otra manera en estos países. «En Bélgica se insiste más en la importancia de la recuperación de la madre. Tienes nueve sesiones de reeducación del perineo cubiertas por el sistema de salud», comenta Ana. «Tras el parto, aquí se considera que la mujer se tiene que recuperar y no hacer absolutamente nada, por eso se quedan cinco días en el hospital, aunque no haya complicaciones», añade Isabel.

Españolas exhibicionistas y vacunas contra caracoles

Aunque sólo una de ellas escribe sus vivencias en un blog, todas tienen decenas de anécdotas para nutrir varios. A estas mujeres, la maternidad en el extranjero les ha llevado a ampliar su lenguaje a marchas forzadas y a mejorar sus dotes dramáticas.

«Recuerdo que fui al pediatra alemán porque el niño no ganaba peso bien. Intenté explicarle con gestos que creía que era porque la postura de la lactancia no era la correcta. Lógicamente, tuve que tocarme las tetas al tiempo que imitaba el ruido de succión del bebé. El médico me observó atentamente, pero la cara de la enfermera que entró en mitad de mi explicación, no tuvo precio», explica entre risas Aitana.

En el médico de Lieja, Ana demostró que las españolas no se andan con tonterías: «Yo no soy nada pudorosa, como la mayoría de los españoles. Todo lo contrario que los belgas. En la segunda cita fui con el papá, belga. Al entrar, el ginecólogo me pidió que me desnudara. Yo creí haber oído decirme que me quitara todo. Tranquilamente, pasé del vestidor a la camilla en ‘bolingas’ ante los ojos atónitos de mi Felipe (el padre), que ya estaba mosca porque el doctor no estaba nada mal».

Y es que no dominar el idioma, en ocasiones puede ponerte en situaciones totalmente rocambolescas. Y si no que se lo pregunten a la ‘Mamá española en Alemania’: «Recuerdo que un día llamé para concertar cita para una vacuna contra las garrapatas, que en esta zona algunas portan un virus peligroso, y confundí la palabra garrapata (‘zecke’) con caracol (‘schnecke’). Pensaron que les estaba tomando el pelo y me colgaron el teléfono».

Pau envía puntualmente a su familia y amigos la evolución de su embarazo desde Oporto. Imaginación e internet son grandes aliados.

Pau envía puntualmente a su familia y amigos la evolución de su embarazo desde Oporto.

¿La familia? Bien, gracias

Isabel lleva ya muchos años en Suiza. La maternidad dice haberle integrado aún más en la sociedad y costumbres de allí. «Creo que no hay ningún problema en vivir el embarazo fuera. Si estabas a gusto en ese país antes, también lo estarás cuando estés embarazada». Sin embargo, en la distancia, lo que más se extraña no es la tortilla de patatas o el jamón, sino la familia. «A veces da pena que los niños tengan a los abuelos tan lejos, porque se sabe lo que significaron para uno mismo los suyos», explica.

Pau sale de cuentas en marzo. Cerca sabe que tendrá a su madre, «al menos para grabarlo todo». Está viviendo el embarazo al puro ‘spanish style’. «La familia de mi pareja es como una familia de gitanos, me han acompañado a todas las visitas al tocólogo del hospital», en Zamora, hasta donde esta valenciana se traslada desde Oporto para las revisiones.

Pero estando en otro país, siempre hay momentos para la soledad, comparte Aitana: «Mientras en España la crianza en tribu puede resultar abrumadora, en Alemania la soledad que se siente es profunda. Sería perfecto un término medio entre la costumbre española de que venga de visita hasta la tía abuela segunda y la costumbre alemana de que no venga nadie, pero no sé si existe».

Después de mucho hablar con ellas, parece que la distancia, aún así, se agradece. Todas afirman que hay que apoyarse, a fin de cuentas, en la pareja. Para aprender juntos y afrontar los cambios. ¿Consejos a las que estén ahora en esa situación? Humor, instinto y mucho internet. «Todavía está aceptado que no respondas a una llamada por Skype, mientras que si no respondes al teléfono puedes encontrarte a la policía llamando a tu puerta al cabo de un rato», bromea Aitana. Cosas de hijas, madres, en el extranjero.