«El diseño ya no es una herramienta de comunicación, es parte inseparable de las cosas»

Ibán Ramón, uno de los diseñadores gráficos valencianos más reconocidos y artífice del cartel de Fallas de Valencia 2016, analiza lo importante que puede llegar a ser el buen diseño para el avance económico, social y cultural

«El diseño ya no es una herramienta de comunicación, es parte inseparable de las cosas»

Es Ibán Ramón un hombre de formas sencillas, de comunicación diáfana alejada de los barroquismos. Así caminan también sus palabras, livianas, sin un exceso de adjetivos. Siempre con ideas profundas, meditadas, convincentes. Por los mismos cauces navega su diseño gráfico y, por ende, su fotografía. “Con 18 años ya vivía del diseño sin saber lo que era el diseño”, es lo primero que me dice el creativo valenciano. Presto atención. Intuyo que sus palabras no necesitan de excesiva edición. En 2001 abrió su estudio: un laboratorio donde desarrolla proyectos de identidad corporativa, diseño editorial y comunicación gráfica. Entre ellos, el cartel de Fallas 2016. Una revolución dentro del microclima fallero, anclado en el diseño cutre desde hace demasiados años. Pero su portfolio es tan extenso como sus ideas. Su fotografía respira también de su diseño, de sus composiciones simples y jerarquizadas. También empezó en este mundo muy temprano. «Llevo haciendo fotos desde los 16 años. Aunque nunca me he considerado un profesional de la fotografía, es un trabajo más personal».

Formas sencillas, claras, muy elegantes, papel protagonista de la tipografía… ¿Cómo describirías tu diseño?

Algo de eso hay. No tengo preferencia por las formas complicadas o barrocas. Aunque no es una cuestión estética, creo que si en algún trabajo llegara a la concusión de que tengo que emplear formas barrocas las utilizaría. Pero en la mayoría de los casos, lo más adecuado, funcional y efectivo es emplear imágenes y mensajes sencillos. Es una cuestión de eficiencia. En diseño gráfico y en comunicación las cosas sencillas, claras y que se leen de forma rápida funcionan mejor. Esto es así desde los años 30. Pero no es exclusivo mío, la mayor parte del diseño gráfico es así. La tipografía es una de las herramientas naturales de los diseñadores, más que la ilustración. Le doy mucho valor a la tipografía. Me gusta y la cuido. El principal valor de un diseño gráfico debe estar en la tipografía. También es lo más difícil.

Respecto a tu fotografía, da la impresión que bebes de los clásicos americanos con esas carreteras vacías, moteles y bares…

Sí, pero no fue consciente. Cuando empecé a trabajar con fotografía digital, me dí cuenta de que la luz de Valencia era un poco excesiva, me gustaba fotografiar los días en los que no salía el sol. Me atrae mucho la bruma, la niebla y las nubes porque simplifican muchísimo la escena. Cuando hay menos luz tienes la posibilidad de jerarquizar más. Son cosas que también tienen que ver con el diseño gráfico: esa necesidad de organizar. Me di cuenta de que me gustaba más este tipo de fotografías y empecé a salir de Valencia en busca de estos ambientes. El viaje, el desplazamiento y todo lo que ocurre alrededor de las carreteras se convirtió en parte del trabajo. Ya no lo puedo desvincular. El propio encuentro de lo fotografiado es parte de la fotografía. Me gusta el frío, me gusta viajar.

Sobre el cartel de Fallas, es un trabajo complejo porque te expones mucho. ¿Cómo has vivido el proceso, la experiencia profesional?

Bien, ha sido un trabajo en general positivo. Ha sido muy fácil trabajar con el concejal (de Cultura Festiva del Ayuntamiento de Valencia) Pere Fuset. En el terreno del diseño, la Concejalía está tratando de hacerlo bien y de entender lo que hacemos los diseñadores y aprender. No te obligan a hacer cosas de las que no estás convencido.

La acogida ha sido muy buena.

Del público general y de la profesión, sí. En el mundo fallero ha habido mucha crítica, hay gente que a través de estas cosas trata de hacer desgaste político. En España, y en Valencia especialmente, llevamos mucho tiempo viendo carteles muy malos, alejados de la realidad profesional del diseño. La gente tiene unos referentes malos. La única forma que tiene de educarse el que no se dedica a la actividad profesional del diseño es a través de lo que ve en las instituciones públicas. Si lo que te enseñan es malo, al final te haces una idea equivocada de lo que está bien. La gente involucrada en las Fallas está muy mal formada en este sentido, llevan tantos años viendo malos diseños que esto les ha descolocado un poco porque es radicalmente diferente a lo que se venía haciendo. Creo que ha sido un trabajo de comunicación serio, con concepto. El diseño gráfico de las instituciones públicas ha estado muy por debajo del diseño que se hace en Valencia. Es del género tonto hacer las cosas por debajo de lo que lo puedes hacer. Es desperdiciar una herramienta. Se nota que ahora hay un conocimiento de hasta adónde se puede llegar con el diseño y lo realmente importante que puede llegar a ser.

¿Y respecto al proceso de selección, la llamada a proyecto?

Las fórmulas de las llamadas a proyecto están bien, pero aunque se hubiera hecho a dedo podría haber salido bien. Hasta hace poco en Barcelona tampoco se hacían llamadas a proyecto pero se producía buen diseño porque se encargaba a profesionales. Lo realmente importante es que el diseño sea bueno, y esto también se puede conseguir con encargos. Aquí, aún sabiendo que había grandes profesionales, no se les encargaba el trabajo porque el diseño ha sido una cosa muy despreciada en esta ciudad. Y es una lástima porque tenemos tanto que ganar con el diseño, económica y culturalmente, que hacerlo mal es una barbaridad. Nos hace avanzar muchísimo, es una herramienta, un motor que dinamiza la economía, nos hace mejores en todos los aspectos.

Sin embargo, el presupuesto del trabajo era bastante escaso.

Sí, 3.000 euros. Lo hice para demostrar a las instituciones públicas que se pueden hacer cosas a otro nivel. Pero trabajar con estos presupuestos no puede ser indefinido, llegará un momento en que se acabará. Es como decir: ya sabes lo que se puede hacer y ahora, si quieres, págalo. Es una especie de inversión.

Serie de carteles realizados por Ibán Ramón para las Fallas 2016

Serie de carteles realizados por Ibán Ramón para las Fallas 2016

Como contrapunto al cartel de Fallas, estaría el trabajo de la marca València Turisme de Dídac Ballester, bastante criticado por su concepción formal y por ser un encargo directo.

El trabajo de Dídac puede ser cuestionable, pero lo de antes era muy malo. Cualquier cambio era bueno. El problema de Dídac es cómo se presentó y explicó. Además, la gente habla con mucha facilidad en redes sociales sin tener conocimiento. Es un trabajo más difícil de entender.

¿Cuál sería el método idóneo para la elección de encargos públicos?

El concurso es una barbaridad. Un sistema en el que hay que trabajar gratis sin saber si vas a cobrar, no puede ofrecer buenas soluciones. Un trabajo como una marca o un cartel de Fallas, que requiere muchos días, meses incluso de trabajo, no se puede hacer si no hay garantías de que se va a cobrar. El sistema de la llamada a proyectos está bien, el encargo también está bien pero hay que asegurarse de que se encarga a quien garantice un nivel adecuado. Tampoco puede estar un organismo público haciendo llamada a proyectos de todo, se estancaría. Para las cosas relevantes sí es necesario. En ese sentido, creo que vamos bien. Ahora falta que se pague bien, ya que no se está a la altura de las circunstancias en este terreno. Muchos diseñadores estamos apostando por esta mejora sabiendo que los diseños no están bien pagados. Pero no podemos hacer este sacrificio eternamente, no se puede pagar lo que se está pagando por algunos trabajos de diseño porque está muy por debajo de los precios en el ámbito de la empresa privada.

Víctor Palau se quejaba hace unas semanas en Nonada de que ninguna empresa con un cierto volumen de negocio cambiaría la marca tan a la brava, y señalaba que lo ideal sería pagar a varios estudios para que presentaran diferentes propuestas de trabajo.

Una empresa grande haría eso, pero no puedes pretender hacer eso para marcas menores. Para una marca turística el proyecto debería tener un presupuesto de unas decenas de miles de euros. En este caso sí sería lógico adoptar este proceso. Una empresa privada lo haría: indagaría, estudiaría a los profesionales, llamaría a varios. Yo he participado en proyectos así. Pero esto tampoco garantiza que se haga bien. Ha habido casos en los que no ha funcionado porque la empresa no ha hecho una buena selección de candidatos. Pero, en trabajos de cierta envergadura, es el método de trabajo idóneo. La administración no tiene excusas para decir: “yo no tengo dinero para pagar el diseño de un cartel o una marca”. Eso no me vale. Tienes el dinero de todos. Tu no puedes poner en marcha un proyecto sin un diseño adecuado porque no va a funcionar, es imposible. No tiene sentido que las instituciones públicas regateen en el presupuesto del diseño. El beneficio que produce el diseño respecto al coste es inmenso.

Supongo que es difícil cuantificar la repercusión económica.

La repercusión no sólo puede ser económica, y tampoco debe pensarse en obtener repercusión a corto plazo. El diseño ha dejado de ser una herramienta de comunicación, forma parte inseparable de las cosas. Es decir, el diseño se consume tanto como lo diseñado. Es una experiencia en su conjunto, unitaria, no es una etiqueta decorativa, es cultural.

¿Cómo ves el diseño en Valencia?

Tenemos un exceso y un nivel muy alto de profesionales, y gente joven buenísima. Pero no tenemos una administración ni una empresa a la altura de las circunstancias. El diseño no depende sólo de los profesionales, depende en gran medida de quien encarga.

¿Crees que la cultura visual debería incluirse como asignatura en los colegios?

Sí, imagino que sí. Hace falta mucho más respeto por la actividades creativas, la gente es muy poco respetuosa con el arte, con la arquitectura… Se opina y dice públicamente lo que está bien y lo que está mal sin ningún criterio. Hay mucha gente aquí que cree que sabe más que los profesionales. Los comercios y las empresas valencianas avanzarían mucho si se dejaran asesorar, les haría más competitivos.

¿Qué te gustaría diseñar que no hayas diseñado?

Un proyecto ambicioso que me encantaría hacer es la marca de la ciudad de Valencia. Aunque es un trabajo muy difícil que requiere mucho tiempo y recursos. También me encantaría hacer algún trabajo relacionado con el vino, mira que tenemos bodegas buenas y no he tenido la oportunidad de hacer mucho en este sector. Hay estudios muy especializados en envase pero en Valencia no hay mercado para especializarte. Es una mala señal.